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Dragon's blood

Summary:

Por un segundo sus miradas se cruzaron y Aemond se estremeció de pies a cabeza, Daemon tenía el peligro escrito en su mirada pero el joven príncipe quería más que una simple mirada.

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Hace mucho que no miraba a su tío Daemon, quizás unos siete años, realmente no lo recordaba mucho, nunca le prestó atención realmente. Pero aquí estaba frente a él con su hermanastra como esposa, le resultaba gracioso lo desesperada que estaba Rhaenyra por ver a sus bastardos en el trono aunque según Aemond, el que realmente merecía el trono de hierro era Aegon hijo de Rhaenyra y Daemon y la señora de las mareas sería la hija de Daemon y Laena, Baela, ya que ellos realmente son sangre Targaryen y Valaryon, pero como siempre, su padre el Rey cumple cada capricho de su hija.

Sonrió cuando las ofensas comenzaron hacia su hermanastra, veía como con cada palabra la mujer se estremecía y sus hijos la miraban como si todo esto había sido culpa suya y puede que fuese cierto o no, sin embargo lo que le sorprendió fue cuando su tío sin que le temblaran las manos, le corto la mitad de la cabeza a Vaemond Valaryon, fue asqueroso aunque al mismo tiempo bastante satisfactorio y fascinante. Toda la corte se estremeció ante tal cosa, sin embargo el príncipe Daemon se mostraba tan pacífico como si no acabara de partirle la cabeza a un hombre, simplemente limpió su espada y retrocedió hasta quedar nuevamente con su familia.

Por un segundo sus miradas se cruzaron y Aemond se estremeció de pies a cabeza, Daemon tenía el peligro escrito en su mirada pero el joven príncipe quería más que una simple mirada aunque habían muy pocas probabilidades de que eso sucediera, sería más fácil morir a manos de Daemon Targaryen que poder obtener más del mismo hombre sobre todo por estar en grupos muy diferentes, por un momento deseo estar de su lado, uno más fuerte y capaz que cualquier otro.

Horas más tarde de la muerte de Vaemond, Aemond estaba en sus aposentos mirando por la ventana mientras planeaba como acercarse a Daemon.

Había escuchado las historias de conquista y guerras de su tío y estaba fascinado con cada una de ellas y tenerlo frente a él finalmente, despertaba algo en él que habia estado dormido todo éste tiempo. Toda su vida había estado encerrado entre las paredes del palacio, entrenando y paseándose como el príncipe que era, sin embargo a diferencia de su hermano Aegon, no se la pasaba preparándose para ser Rey, en sí, era bastante aburrido.

Para cuando la cena que su padre había organizado estaba lista, fue uno de los primeros en sentarse a la mesa, para su suerte, Daemon estaba ahí junto a su hermanastra charlando entre ellos mismos, sonriendo y demostrando su gran amor al resto de la familia.

Aemond apretó los puños y gruñó, su madre lo miró y frunció el ceño pero no dijo nada al respecto. Pronto la mesa se fue llenando hasta que toda la familia Targaryen estuvieron reunidas en una sola mesa. Su padre dio un discurso sobre la familia y cosas así las cuales no prestó atención realmente, únicamente podría prestar atención a Daemon.

La mesa comenzó a llenarse de comida cuando el Rey finalmente tomó asiento nuevamente y Lucearys se comenzó a burlar, la mirada del joven príncipe lo decía todo. Un pequeño deja vu lo golpeó de repente y comprendió del porqué la risa de su sobrino hacia él, la ira lo invadió y golpe fuertemente la mesa haciendo que toda la atención se dirigiera a él. Estuvo a punto de gritarles que ahora tenía al mejor dragón de todos, el más grande, más fuerte y sus burlas no eran nada, ya no era el niño pequeño que recibía burlas constantes con cerdos disfrazados de dragón.

Su mirada recorrió a todos en la mesa que lo estaban mirando esperando, Daemon lo miraba con una pequeña sonrisa invitándolo a ofender a los niños, sin embargo lo único que pudo salir de sus labios fue ironía y burla no directamente pero asiendo referencia a los orígenes de sus sobrinos. Su madre lo tomó fuertemente del brazo pidiendo que se detuviera pero la ira no había disminuido en lo absoluto y se burló nuevamente de los pequeños.

Daemon se paró frente a él con aquella confianza que lo caracterizaba, una sonrisa satisfactoria queriendo salir de sus labios. Aemond sintió que la mirada lo quemaba, su cuerpo se estremeció pero su postura se mantuvo firme sosteniéndo la mirada del Príncipe Daemon.

Finalmente se dio por vencido desviando la mirada y se largo de ahí, podía sentir aún la mirada de Daemon sobre su espalda quemándolo.

- Grandioso Aemond, ofendiendo a sus bastardos quieres conseguir algo más de Daemon - Se regañó así mismo mientras caminaba por los pasillos solitarios del castillo que lo llevaban hasta su habitación.

Debía cambiar su táctica si quería que Daemon se acercara más a él, quizás su madre tenía razón después de todo, aún en su hipocresía finalmente tomaría un poco su consejo.

Tenía perfectamente la oportunidad ahora, su padre el Rey Viserys estaba muriendo, eso era más que evidente, Rhaenyra no se iría aunque fuese lo que sus hijos quisieran, ella permanecería al lado de su padre hasta el último aliento y luego de la muerte, ella ascendería al trono aunque su madre y abuelos no lo quisieras de ese modo, era su derecho de nacimiento. Esto alargaría más su estancia en el palacio por lo que Daemon también estaría siempre a su lado, aquí en la casa Targaryen, su oportunidad estaba a la vuelta de la esquina y estaba más que dispuesto a sacar el mayor provecho de ello.

Daemon Targaryen sería suyo, no importa lo que tenga que hacer para obtenerlo.

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Al siguiente día, la noticia de que Viserys Targaryen había muerto estaba por todo el castillo, su madre se había encerrado en sus aposentos llorando la muerte de su esposo, su hermana estaba paranoica y Aegon únicamente se dedicó a beber alcohol, Aemond supuso que cada quien lidiaba con el duelo a su manera, él por ejemplo, no sentía nada, su padre casi no le dedicó tiempo siempre estaba enfermo y no lo culpaba, pero no podía evitar no sentir nada por su muerte.

Los señores del concejo estaban planeando la coronación de Rhaenyra aunque el Rey aún no había sido quemado, quizás no todos estaban deacuerdo con que la chica fuera reina pero algunos si, de todas maneras era la primogénita de Viserys.

Aemond se dirigió a donde su madre estaba y ella le susurró - Tu padre quería que Aegon fuera rey.

Aemond se rió de esto, debe ser una mala broma.

- Él no puede ser Rey, es un estúpido alcohólico que lo único que le interesa es follar coños y engendrar bastardos por doquier - gruñó cuando una mano se estampó con su mejilla.

- ¿Cómo puedes hablar así de tu hermano? - Alicent susurró con lágrimas en los ojos. - Él será rey, más te vale que estés de nuestro lado.

Alicent se tomó el vestido y salió de la habitación dando un fuerte portazo.

Aemond sabía que Aegon sería un Rey bastante patético, incluso Rhaenyra sería una mejor gobernante antes que su hermano pero tampoco quería que ella se sentara en el trono de hierro. Odiaba a su hermana porque ella siempre tenía lo que deseaba, su padre y madre siempre la amaron hasta la muerte, era la heredera al trono, futura reina, tenía hijos que fueron declarados legítimos príncipes aunque fueran bastardos, siempre tuvo los amantes que deseo y sobre todo ahora tenía a Daemon Targaryen como esposo y futuro rey consorte.

En cambio él, de lo único que estaba orgulloso de tener era a Vhagar, ningún dragón se comparaba al suyo. Sin embargo, sus padres nunca lo quisieron, era un segundo hijo que jamás tendría la corona, no tenía hijos, ni una esposa, ni su ojo izquierdo y aunque fuese hijo legítimo del rey, siempre estaría bajo la sobra de su hermano, pero nunca había deseado tanto como ahora desea y codicia a su tío.

Mientras su hermanastra estaba en Dragonstone con su familia, todos se apresuraron a coronar a Aegon como Rey, el idiota se alzaba frente a todos mientras todos lo alababan por únicamente tener la corona del rey. Nadie se dio cuenta hasta que la dragona Meleys saltó sobre los hombres y mujeres que lo adoraban, Aemond por un momento se sintió alegre de que algo interesante surgiera de todo esto.

Meleys rugió hacia ellos, todos creyeron que serían carbonizados por la dragona pero la princesa Rhaenys simplemente se dio la vuelta y emprendió vuelo, seguramente a Dragonstone.

Alicent miró con horror todo - La guerra se avecina. - susurró pero Aemond escuchó perfectamente.

Llamó a Vhagar y la dragona pronto estuvo volando cerca, ella a diferencia de los otros dragones, tenía un nido lejos de Desembarco del Rey, al ser tan grande necesitaba mucho más espacio.

- Aemond - Le regañó su madre. - ¿Qué piensas hacer?

- Arreglar todas tus estúpideces - dijo alejándose.

Alicent jadeó horrorizada por el vocabulario de su hijo.

Salió de la ciudad y Vhagar aterrizó cerca para poder ser montada y así fue, cuando ambos estuvieron listos, la dragona alzó sus alas y pronto estuvieron en el aire. Aemond le había dado bastante tiempo a Rhaenys así que debería de estar casi llegando a Dragonstone al ser la dragona más rápida de todos.

Tardó un poco en cruzar el mar pero en ningún momento se topó con Meleys y su jinete, así que rodeo la isla y aterrizaron en el lugar más lejano del castillo, con suerte y nadie abría visto a Vhagar gracias a las nubes oscuras que se cernían sobre la isla.

Dejó a Vhagar y caminó en silencio aferrándose a su espada y su capa negra, para su suerte no había nadie al rededor hasta que un rugido casi chillido hizo que volteara hacia el cielo, ahí estaba Caraxes y su jinete, mierda.

Caraxes aterrizó cerca y Daemon bajó de inmediato. - Sobrino ¿a que se debe tu presencia? ¿Tu madre te a enviado a quemar todo Dragonstone?

Aemond supuso que ya sabían lo que había ocurrido gracias a Rhaenys así que negó - Vengo con una propuesta, para ti querido tío.

Daemon entrecerró los ojos - Te escucho.

- Como ya sabes, Aegon fue coronado Rey, pronto Otto Hightower comenzará a susurrar en su odio, planea asesinar a Rhaenyra, a sus hijos y a ti por supuesto, para evitar que una rebelión se levante en contra de mi hermano y su estúpido reinado, tienen muchos aliados, ejércitos grandes, no les conviene esto.

- Tenemos dragones - dice de inmediato Daemon.

- Dragones jóvenes e inexpertos, yo tengo a Vhagar. - dice con suficiencia. - Mi propuesta es que me ayudes a derrocar a mi hermano para que yo me convierta en Rey y tu vengas conmigo a casa, a cambio dejaré en paz a Rhaenyra y sus hijos, paz en nuestros reinos.

- ¿Porqué iría contigo? - dijo Daemon sin entender.

- Porque te deseo, deseo que estés a mi lado y no al lado de... ella. - dice con asco las últimas palabras. - Te deseo en muchas formas, deseo tu toque, tus labios, todo, tío.

Daemon sonrió - Lo presentía Aemond, pero debo declinar tu amable propuesta, mi lealtad está con Rhaenyra y siempre será así.

Aemond sonrió - Tenía la corazonada de que dirías eso, pero tenía que preguntarte antes de continuar, estamos en bandos diferentes me temo decir.

Daemon sonrió y se acercó lo suficiente para poder sentir el aliento del contrario. Aemond sintió como su respiración se atascaba al mirar a Daemon tan cerca suyo, unos centímetros más y sus labios podrían tocarse - Dime sobrino ¿que me impide matarte aquí mismo?

- Vhagar te mataría a ti y a tu dragón antes de que puedas irte - advirtió.

Daemon sonrió y levantó su pulgar para acariciar la barbilla y los labios del menor - Eres tan bonito como para morir, vete antes de que sea demasiado tarde. - Con eso se alejó y comenzó a caminar de regreso a Caraxes. - Y no te preocupes, no le diré a nadie lo que pasó aquí.

Aemond por fin pudo respirar, no se había dado cuenta que estaba conteniendo la respiración, sintió que sus mejillas ardían y se aferró nuevamente a su capucha volviendo a Vhagar.

Aemond subió a Vhagar y se elevaron en el cielo, se sentía satisfecho en cierto modo, advirtió a Daemon de lo que se avecinaba y al no aceptar sus términos, tendrían que ir a la guerra, lástima que no pudiesen evitar esto gracias al amor que su tío le tiene a Rhaenyra.

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Todo el pueblo comenzaba a irse o se escondían bajo tierra, entre las calles se podrían escuchar fuertes rumores de que la guerra entre la misma casa Targaryen se avecinaba, cientos y cientos de soldados de diferentes casas habían comenzado a llegar junto con mucho armamento confirmando aquellos rumores.

Aemond se había pasado la mayor parte del tiempo en su habitación mirando por la ventana a los soldados entrenar, no le interesaba, Rhaenyra aún no había dado señales de una posible guerra, sólo estaban esperando el momento indicado para hacerlo.

- Aemond, necesito que vayas con un recado a Bestión de Tormentas, quiero que hagas lo posible por una alianza con Lord Borros Baratheon. - dice Alicent entregado un pergamino sellado con el logo de la casa Targaryen.

- Está bien, madre - dice simplemente tomando el pergamino.

Cuando llegó a Bestión de Tormentas entró en la fortaleza y ahí estaba Lord Borros. Charló un poco con el hombre y le entregó el pergamino, se sorprendió cuando entró a la habitación su sobrino Lucerys con la misma intención de alianza con Lord Baratheon. Se burló un poco del joven chico mientras sus manos picaban por golpearlo.

- Me sigues debiendo un ojo, Luke - dijo con picardia brillando en su ojo.

Luke lo miró por un segundo y luego lo ignoró.

Aemond ofreció a Lord Borros matar al príncipe al no querer casarse con una de sus hijas pero el hombre mayor no aceptó eso, sin embargo si aceptó su alianza y Lucerys salió lo más rápido que pudo de ahí.

Afuera, la lluvia azotaba todo el lugar y pudo visualizar como el niño se subía a su pequeño dragón y emprendían su viaje.

- Que tal un poco de cacería - Le dice a Vhagar, el dragón de inmediato se elevó entre la lluvia y siguió al joven príncipe.

Aemond sabía que Arrax era rápido pero la lluvia le impediría volar. No tardó mucho en alcanzarlo, sabía que no debía matarlo pero anhelaba hacerlo, después de todo el niño se lo debía.

Aemond disfrutaba del miedo y terror que le provocaba a Lucerys cada que Vhagar rugia demasiado cerca de ellos, la adrenalina por lo que estaba a punto de hacer corría por sus venas, anhelaba tener la sangre de su sobrino aunque se conformaba con asustarlo por el momento, algún día podría saciar su sangre por Lucerys Valaryon.

Vhagar rugió cuando estuvo a punto de alcanzar a Arrax, el niño se aferró fuertemente a su dragón.

Aemond pudo sentir como su dragón también quería la sangre de Arrax y su jinete, pero no, esto no podía hacerlo por más que lo deseara, la muerte de Lucerys únicamente alejaría más a Daemon. - Vhagar No. - dijo firmemente pero la dragona parecía perdida y cegada por el enojo.

Cuando estuvieron lo suficientemente cerca la dragona tomó al dragón justo por la mitad y lo mordió tan fuerte que le arrancó un ala y el pequeño dragón comenzó a sangrar, las olas del mar se agitaban bruscamente y Lucerys lo único que pudo escuchar al final fue el rugido de victoria de Vhagar.

Pronto el mar se tragó a Lucerys y Arrax, Aemond estaba seguro que ninguno sobrevivía a eso. Aún no podía creer que acababa de matar a su sobrino aunque él no lo iba a hacer, Vhagar desobedeció sus órdenes y no sabía porque, eso no era posible sin embargo lo hizo.

Por un momento Daemon se le cruzó por la mente, él estaría decepcionado y dolido por esto, pero él se lo advirtió, estaban en bandos diferentes ahora y la paz ya no era una opción. Aunque esto podría servir como un pequeño incentivo para que su tío finalmente aceptara su trato, si en realidad él no quiso matar al príncipe, nadie le creería, prefería ser el villano a un niño asustadizo porque su dragón le desobedeció.

- Daemon pudo evitar esto - Aemond dijo para si mismo.

Aún en estado de shock, Aemond se dirigió nuevamente a Desembarco del Rey y fue recibido por su madre.

- La alianza está hecha - dijo simplemente.

Alicent sonrió satisfecha.

- Por cierto, maté a ese bastardo de Rhaenyra - dijo simplemente quitando sus guantes. - Como se llamaba... a si, Lucerys Strong o Valaryon, a quien le importa, te hice un favor.

El rostro de Alicent se desencajó, sus ojos estaban abiertos y parecía histérica - ¿¡Que hiciste!? - Nuevamente una bofetada que lo hizo voltear la cara se hizo presente - ¿¡Cómo pudiste?! Nos condenaste a una guerra segura. Tú no eres mi hijo, estás podrido!

Aemond la miró serio - No, tu único hijo aquí es Aegon, una estúpida marioneta como tú! - Escupió con rabia. Alicent levantó su mano de nuevo para golpearlo pero Aemond tomó su mano con fuerza - Ni se te ocurra hacer eso de nuevo Alicent Hightower.

- Soy tu madre - chilló histérica.

Aemond la ignoró y se fue dejando a Alicent con lágrimas en los ojos. El príncipe se apresuró a sus aposentos, tenía una bonita dedicatoria que escribirle a su dulce hermana en Dragonstone.

La noticia de la muerte de Lucerys Valaryon no tardó en llegar a Dragonstone, Rhaenyra se tambaleó y lloró cuando se enteró, se culpaba por haberlo enviado, sus ojos estaban rojos y su rostro demacrado de tanto llorar, sentía que un pedazo de su corazón había sido arrancado y llevado con Lucerys.

Con manos temblorosas tomó el pequeño papel que el cuervo le trajo.

"Querida Rhaenyra, tienes mis más humildes disculpas por hacer que Vhagar hundiera a tu querido bastardo. Dile a Daemon que reconsidere la propuesta que le dí, tiene un día a partir de ahora para dar una respuesta, de lo contrario iré tras Jacaerys y Joffrey, att ~ príncipe Aemond Targaryen"

Las lágrimas de nuevo se hicieron presentes ¿Cómo su hermanastro podía ser tan cruel? Matar, burlarse y amenazar la vida de sus hijos.

Como pudo, Rhaenyra se las arreglo para buscar a su esposo y lo encontró en la mesa de los siete reinos, sus ojos fijos en el mapa y sus manos empuñando a hermana oscura.

- ¿Que significa esto? - dijo con la voz rota dándole la nota.

Daemon leyó y la rompió - Te prometo Rhaenyra, Aemond pagará lo que hizo, hijo por hijo.

- Él no tiene hijos - dijo desconsolada.

Daemon la abrazo y suspiró. - Si, pero tiene sobrinos y se que los ama.

Rhaenyra negó - No, solo son niños, no merecen pagar las consecuencias de su tío. Quiero ver sufrir a Aemond.

- Quiere que vaya a Desembarco del Rey - dijo Daemon - La propuesta es que juntos derrotemos a los Hightower. - dijo omitiendo algunos aspectos. - Quiere ser Rey.

Rhaenyra sabía que Aemond codiciaba constantemente la corona pero no pensaba que llegara hasta este punto solo por el trono.

- Él vendrá por nuestros hijos - dijo Rhaenyra.

- Él lo hará - aseguró Daemon. - No se que hacer Rhae. Tiene a todas las casas a su favor, dragones, ejércitos grandes.

- Es solo un joven lleno de rabia, dolor y tristeza - dijo Rhaenyra acariciando su vientre abultado. - Tal vez puedas convencerlo de que esto es una locura, Quiero que pague lo que le hizo a Lucerys pero si hacemos lo que él hizo entonces no somos mejor que él, somos iguales.

Daemon lo pensó, ciertamente su esposa tenía razón, pero el quería apuñalar a Aemond en el único ojo que le quedaba. - ¿Quieres que vaya?

Rhaenyra asintió sin dudar - Por el bien de nuestros hijos, pero por favor manda un cuervo cuando puedas, no quiero perderte a ti también.

Daemon hizo una mueca, estaba seguro que haría lo que sea por sus hijos aunque esto implicara arrodillarse frente a Aemond Targaryen, luego haría un nuevo plan para quitarle la vida al joven príncipe, la muerte de Lucerys sería vengada tarde o temprano.

- Que así sea esposa mía - Daemon se inclinó y depositó un beso en la frente de su esposa.

Probablemente arrodillarse frente a Aemond no sería lo más vergonzoso que haría, conocía las intenciones de su sobrino más que nadie pero esperaba que de todo eso pudiera salir victorioso por supuesto.

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Cuando Daemon aterrizó en Desembarco del Rey, lejos de la ciudad en realidad, pronto fue rodeado de soldados con espadas muy afiladas. Caraxes rugió molesto ante ese trato - Vengo en paz, el príncipe Aemond a solicitado mi presencia.

Los guardias no creyeron hasta que Aemond llegó montando a Vhagar, se bajó de la dragona y Daemon notó que estaba más sonriente que nunca. - Bienvenido príncipe Daemon, lamento este trato hacia usted.

Los guardias bajaron sus espadas y Daemon se acercó a Aemond. - Espero podamos hablar en privado, Príncipe - Solicitó el mayor.

- Por supuesto - dijo Aemond encantado.
Ambos caminaron lejos de los dragones cerca de la orilla del mar, las olas eran lo único que se podía escuchar. Aemond no era tonto, bien podría ser una trampa y terminaba muerto aquí.

- ¿Y bien? - Aemond preguntó luego de un rato de silencio.

- Acepto - dijo Daemon. - Derrotar a los Hightower y reinar contigo, lo que desees a cambio por supuesto, de que dejes a Rhaenyra y los niños fuera de esto, paz en nuestros reinos, recuerda.

Aemond sonrió - Por supuesto, siempre cumplo mis promesas. Sabía que lo de Lucerys sería un pequeño incentivo, inteligente de tu parte venir rápido y evitar que más sangre Targaryen se derrame.

Daemon apretó la mandíbula deseando arrancarle el único ojo que le quedaba - Siempre y cuando tu cumplas con tu parte, yo cumpliré con la mía.

Aemond asintió - Bien. Aegon a renunciado a su corona oficialmente, mañana el mismo me la entregará así que lo único que me impide esto es mi abuelo y mi madre.

- Yo me encargo - dice de inmediato.

- No esperaba menos - Aemond le sonríe y detiene su caminar. Daemon lo imita y pronto está uno frente al otro mirándose fijamente. - Tú más que nadie sabe perfectamente los sacrificios que se deben hacer por un bien mayor.

Por primera vez desde que conoció al joven príncipe, Daemon estuvo deacuerdo en algo, él mismo había derramado sangre por el bien de la casa Targaryen.

Ambos se miraron por un momento, Daemon observó cada parte de su sobrino, su ojos, la cicatriz que se extendía por debajo del parche, su largo cabello platinado. Aemond estaba fascinado con volver a tenerlo cerca, ahora sin miedo de ser apuñalado en cuanto diera el próximo paso, subió una de sus manos y acarició el rostro del mayor suavemente trazando su mandíbula luego quitó un mechón de cabello rebelde y se acercó más hasta que sus labios estuvieron a unos escasos centímetros de distancia.

Fue Daemon quien finalmente unió sus labios sorprendiendo a Aemond, ambos se enredaron en el beso probandose el uno al otro, sus lenguas se unieron en una danza y sus dientes chocaron de vez en cuando hasta que ambos tuvieron que separarse por la falta de oxígeno.

Aemond se sorprendió una vez más al notar cómo Daemon tenía ambas manos sobre él atrayendolo más cerca de nuevo para chocar una vez más sus labios en un beso más hambriento que el anterior. El mayor mordió con fuerza su labio haciéndolo sangrar inmediatamente, Aemond gimió sin separarse y saboreo su propia sangre algo que lo calentó aún más, podía sentir como su propio miembro comenzaba a responder ante Daemon.

Mucho tiempo había pensado en como sabrían los labios de Daemon y finalmente podía decir que su imaginación no le hacía justicia a lo que era Daemon Targaryen.

Cuando se separaron, ambos se miraron y Daemon se alejó como si su toque quemara. - Haré mi parte, tienes mi palabra ahora por favor vete.

- Si te sirve de consuelo, no quise matar a Luke - dijo suavemente - Vhagar me desobedeció.

Daemon se rió - ¿Otra mentira mejor no se te pudo ocurrir? Vhagar al igual que todos los dragones, obedecen a su jinete no haría nada si tu no se lo ordenas.

- Cree lo que quieras, no mataría a mi sobrino por más bastardo que sea - dijo firmemente, por supuesto que no le creerían. - Pero si no cumples, con gusto mataré a los que quedan.

- Eres un pequeño zorro astuto Aemond Targaryen - dijo Daemon tomándolo del cuello bruscamente, las uñas se clavaron en su piel y lo obligó a mirarlo - No trates de quedar bien conmigo de esta manera.

Aemond sintió como el oxígeno comenzó a faltarle por el fuerte agarre, Daemon lo soltó a tiempo y lo empujó haciendo que callera a la arena. De inmediato tosió y se llevó la mano hacia su cuello lastimado, seguro dejaría una marca.

El joven príncipe se levantó y sacudió sus ropas - Algún día entenderás que no controlamos a los dragones como piensas - dijo por lo bajo asegurandose de que su tío lo escuchara para luego irse ignorando a Daemon, todo había quedado perfectamente claro aquí.

Se adentró al castillo tranquilamente hasta ser abordado por su madre quien lo tomó bruscamente del brazo - ¿Que hacía Daemon aquí?

- Un trato, madre - dijo rodando los ojos - No levantará cargos en mi contra por matar a Luke.

Alicent se estremeció con solo pensar en el joven príncipe muerto, por más desagrado que sentía por él, no se merecía morir a manos de su hijo.

- ¿Que hiciste Aemond? - ella lo miró con los ojos muy abiertos.

- Solo un trato que me beneficia - dijo simplemente. - Daemon se quedará unos días, ya hablé con el Rey, MI hermano y aceptó, espero lo respeten.

Alicent observó a su hijo en silencio y luego vio su cuello que se estaba tornando con un color violeta con marcas de dedos, la antigua reina parpadeó e hizo una mueca triste - Mi hijo ¿en que te has metido?

Alicent intentó acercarse para tocarlo pero Aemond se alejó de inmediato - En nada.

Aemond se despidió de su madre y fue a sus aposentos para preparar todo para el día de mañana.

Al día siguiente todos fueron conducidos en un carruaje a Pozo Dragón, toda la familia real estaba confundida a excepción de Aegon y Aemond por supuesto.

- ¿Que está ocurriendo? - Alicent le susurró a su hijo mayor.

- Haleana está embarazada y ahora que soy Rey me alegraría decirle a todo el reino que seré padre de nuevo - dijo felizmente que Alicent le creyó de inmediato.

- Felicidades hijos - dijo con su más sincera sonrisa.

Heleana sonrió un poco y asintió en agradecimiento.

Cuando todos estuvieron de pie en la tarima con los escudos de la casa Targaryen y el pueblo estaba ubicado en su respectivo lugar.

Caraxes rugió y el lugar quedó en silencio, Agon se aclaró la garganta dispuesto a comenzar su discurso - Este día, será recordado por todos y pasará a la historia.

Alicent y Otto Hightower fruncieron el ceño divertidos con la situación, era demasiado alboroto por el tercer hijo de Aegon pero estaban felices por él.

- Como el día en que yo, Aegon Targaryen, segundo con el nombre, Rey de los Ándalos, los Rhoynar y los Primeros Hombres, Señor de los Siete Reinos, Protector del Reino. Renuncio a la corona.

La sonrisa de todos se borró de inmediato y Alicent se tambaleó y se tuvo que apoyar en Ser Criston para evitar caer.

- Pasando mi herencia a mi segundo hermano en la línea de sucesión al trono, príncipe Aemond Targaryen.

- ¿¡Que estás haciendo?! - chilló Alicent a su hijo mayor.

Aemond sonrió y dio un paso al frente enorgullecido de lo que provocaba esto en todos, Aegon quitó su corona del conquistador. Aemond se arrodilló frente a su hermano mayor quien sonrió y colocó la corona en la cabeza de su hermano.

- Todos saluden al nuevo Rey, Aemond Targaryen, primero con su nombre, Rey de los Ándalos, los Rhoynar y los Primeros Hombres, Señor de los Siete Reinos, Protector del Reino.

Todo el mundo seguía en completo shock y Caraxes rugió haciendo que todos asimilaran las cosas, de inmediato todos comenzaron a aplaudir al nuevo rey cantando una y otra vez "Larga vida al rey Aemond Targaryen"

Daemon sonrió, fue demasiado fácil que el pueblo aceptara a un nuevo rey.

Cuando las personas comenzaron a abandonar el lugar, la familia real se dirigió a la Fortaleza Roja de nuevo en completo silencio, Otto sabía que había arruinado todo lo que ellos tenían planeado, Aemond era difícil de convencer pero no imposible, solo necesitaban un nuevo plan.

Cuando estuvieron dentro se la Fortaleza Roja Alicent soltó todo lo que tenía retenido. - ¿¡Que fue eso?! ¿Aegon porque hiciste eso? - chilló histérica.

- ¿Cuál es el problema madre? ¿No me crees apto para gobernar? - preguntó Aemond a la defensiva.

- No lo eres, solo eres un niño sediento de sangre que llevará a la ruina a los reinos - dijo molesta tomándolo de los brazos.

- Alicent - Advirtió Otto - Creo que si hablamos con Aemond podrá tomar las mejores decisiones con mi ayuda, la mano del Rey.

Aemond sonrió. - Sobre eso, nombro a Daemon Targaryen, Príncipe de Rocadragón, Futuro Rey Consorte de Los Siete Reinos, como mi mano.

Alicent sintió que podía morir en ese momento, Otto abrió mucho sus ojos.

- ¿Rey Consorte? ¿Es a caso una broma de mal gusto? - dijo Otto molesto.

- No abuelo, quiero a Daemon a mi lado - dijo simplemente.

- Eres una aberración, un desperdicio, tu no eres mi hijo y nunca serás Rey - dijo Alicent con lágrimas en los ojos.

Aemond sonrió - Guardias, escolten a mi madre y a mi abuelo a sus aposentos y asegúrense que no salga hasta que encuentre que hacer con ellos.

Los guardias de inmediato tomaron a Alicent y Otto arrastrándolos por los pasillos hasta sus aposentos, cumpliendo la orden de su Rey.

- Tienes agallas, sobrino - dijo Daemon atrás de Aemond.

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Aemond miró el cuerpo inerte del joven en la cama, parecía que tenía un sueño bastante pesado, no parecía grave su estado aunque parecía ojeroso, piel demasiado pálida y cabello desaliñado, se le habían informado que tenía que guardar unos días de reposo.

- Espero contar con su discreción, nadie debe saber esto - dijo Aemond al hombre designado para encargarse del joven. - Además de proporcionarle todos los cuidados que necesita para recuperarse.

- Por supuesto mi Rey, cuente con eso - dijo de inmediato.

- Bien, deseo ser avisado cuando finalmente despierte - dijo y luego salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí. - No quiero que nadie a parte del sanador y yo entren a esta habitación - dijo a los dos guardias de confianza que custodiaban la entrada.

Ambos asintieron de inmediato con un "si mi Rey" Aemond finalmente se alejó de quella habitación y subió las escaleras para salir de ese pasillo.

No tardó mucho en encontrar a Daemon y esto lo puso nervioso cosa que trató de ocultar con su mascara de indiferencia - ¿Ya pensastes que hacer con tu madre y abuelo?

- Aún estoy en eso, quisiera matarlos pero Aegon y Haleana se niegan a eso, después de todo es nuestra made y abuelo - dijo desviando la mirada.

- Como tu mano, aconsejo que sean decapitados por insultar a su majestad - dijo Daemon.

- Lo reconsideraré, gracias príncipe Daemon - dijo asintiendo para continuar con su camino.

Daemon inmediatamente lo tomó del brazo - Basta de formalidades Aemond. ¿Qué ocurre?

Aemond lo miró y alzó una ceja - Simplemente estoy pensando en una buena forma de hacer que Rhaenyra acepte mis condiciones, me a tenido distraído.

Daemon le sonrió - Puedes dejarme eso a mí, si me permites volar a Dragonstone para hacerla entrar en razón.

Aemond dudó por un momento - Bien, puedes ir, decirle nuestro acuerdo e invitarla a la Fortaleza Roja dentro de una semana.

Daemon entrecerró los ojos - No hemos hablado sobre eso.

- Tengo un buen plan que Rhaenyra aceptará, solo faltan algunos detalles que pensaré luego.

- Bien, volveré lo más pronto posible - dice el mayor.

Aemond asiente deacuerdo y Daemon se acerca para plantar un beso en los labios del menor sorprendiendolo, aún no se acostumbraba al contacto físico iniciado por el mismo Daemon, era extraño pero ciertamente se sentía bien y no se quejaba.

- Cuídate y suerte en tu viaje. - Finalmente se despidió y volvió a caminar por el largo pasillo dejando a Daemon solo.

Daemon por su parte se apresuró a salir de la fortaleza roja e ir a Pozo Dragón para sacar a Caraxes, tan pronto como ambos estuvieron juntos emprendieron su viaje.

Tiempo después cuando finalmente llegaron a Dragonstone fueron recibidos por Rhaenyra con ojos bastantes rojos, su nariz hinchada y cabello un poco desaliñado.

- ¿Que pasó? - preguntó Daemon.

- Perdí a nuestro bebé - dijo, sus ojos se llenaron de agua nuevamente - lo siento, lo siento.

- Shhh no es tu culpa - Daemon inmediatamente la rodeó con sus brazos y ella lloró en su pecho.

Daemon acarició su cabello hasta que ella finalmente dejó de llorar y se separó cambiando un poco su rostro a uno más serio, limpiando sus lágrimas derramadas - ¿Cómo estuvo tu viaje?

- Aegon entregó felizmente la corona a Aemond, quién encerró a Alicent y Otto en sus aposentos hasta que se decida que hacer con ellos, todo el pueblo acepto felizmente a Aemond como Rey y eso es todo - dijo suspirando.

Rhaenyra lo miró tristemente - La corona nunca será mía.

Daemon hizo una mueca - Aemond quiere que vayas a la Fortaleza Roja la próxima semana, te hará una oferta.

- ¿Que oferta? - preguntó frunciendo el ceño.

- No lo sé, no me lo a mencionado. Sabes, me nombro su mano - dijo desviando la mirada.

Ella lo miró confundida - ¿Porqué haría algo así?

- Hay cosas que no he dicho Rhaenyra - Daemon miró a cualquier lado menos a ella - El trato que me ofreció fue que fuera su consorte disolviendo nuestro matrimonio.

- Y aceptaste - dijo Rhaenyra con dolor.

- No tenía opción, era eso o perder a nuestros hijos y a ti - dijo de inmediato tomándola del rostro para hacer que lo mirase. - Todo lo hice por nosotros.

Rhaenyra no sabía que decir, se sentía traicionada con su propio esposo, acababa de perder a dos de sus hijos y ahora esto.

- Con mi ayuda haré todo a nuestro favor - aseguró Daemon.

- ¿Que te hace pensar que Aemond hará lo que le digas? - ella preguntó.

- Él tiene un enamoramiento por mi, créeme, será mucho más fácil para todos esta decisión. Hay sacrificios que se deben hacer por un bien mayor. - Recitó las palabras dichas por el joven Rey.

- No pienso participar en esta estupidez, es mi corona, mi derecho, tomaré lo que es mío - dijo con rabia.

Daemon sin pensarlo la tomó del cuello y la miró serio - O aceptas los términos de Aemond o él quemara todo Dragonstone con todos dentro, perderás a nuestros hijos, cientos de sirvientes y todos los dragones solo porque quieres la corona que ya tiene alguien más.

Rhaenyra abrió mucho los ojos asustada y lo empujó para que la soltara pero no funcionó. Este no era el hombre que había partido hacia Kings Landing hace tres días, no era su Daemon, era una marioneta de Aemond Targaryen.

Daemon finalmente la dejó ir - No heches a perder esta oportunidad, Aemond no es conocido por su paciencia.

- Ya hablas como todo su séquito - Dijo con rabia escupiendo cada palabra. - Dile a Aemond que estaremos ahí la próxima semana para reconsiderar su oferta.

- Buena decisión princesa Rhaenyra - dijo Daemon.

En silencio, ambos se dirigieron donde tenían el pequeño cuerpo de su hijo listo para quemarlo, Rhaenyra no pudo evitar hecharse a llorar de nuevo por su hijo no nacido, su hijo Luke, su esposo, todo lo malo que cada día llegaba a su vida la desgarraba por dentro.

Daemon sintió como las lágrimas amenazaban por salir, el dolor en el pecho era grande, solo él y Rhaenyra sabían lo ansiosos que estaban por este bebé.

Cuando el pequeño funeral dio por finalizado, Daemon se despidió de sus hijos con un beso en sus pequeñas cabezas y prometió volver a verlos pronto en Kings Landing. Los pequeños se emocionaron mientras que Jace simplemente asintió sabiendo que no era una noticia tan emocionante.

- Nos veremos dentro de una semana - le dijo a Rhaenyra únicamente recordándole su deber.

No hubo beso de despedida, abrazo o algo así y Daemon se fue una vez más.

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Finalmente el día llegó, no tardaron mucho cuando Syrax y Vermax aterrizaron cerca de la Fortaleza Roja, los príncipes pudieron ver a Vhagar descansando en el patio más lejano, era imposible no ver algo tan grande dormido pacíficamente rodeado de huesos quemados y arbustos aplastados. Sabían que un dragón tan grande no podría estar en Dragon Pit, así que se quedaba aquí al aire libre durmiendo la mayor parte de su día.

- Bienvenida princesa y príncipes, espero hayan tenido un buen viaje - dijo Aemond haciendo que Rhaenyra y los pequeños mirase a Aemond, el Rey sonrió al ver los rostros de admiración de los niños hacia su enorme dragón.

- Así fue su alteza - dijo Rhaenyra obligándose a ser amable aunque quisiera arrancarle el otro ojo al joven Targaryen.

Daemon quien estaba al lado de Aemond llamó a los niños para un abrazo. Jace decidió permanecer al lado de su madre ignorando a su padrastro.

- Por favor, podemos hablar mucho mejor en la sala del trono para mayor privacidad - dijo Aemond girando sobre sus talones.

Todos lo siguieron en un silencio bastante incómodo. Jace se preguntó si podría apuñalar a su tío mientras este caminaba de espalda.

Cuando llegaron finalmente a la sala del trono, Aemond tomó su lugar sobre el trono de hierro y Daemon se situó a los pies de éste, permaneciendo con una postura recta con su brillante armadura.

- Bien, sin más rodeos - dijo Aemond. - Tengo un trato para ustedes, como sabrán Daemon mi mano, pronto se convertirá en mi Rey Consorte, de esta forma su matrimonio contigo quedará disuelto.

Jacaerys abrió mucho sus ojos con asombro y apretó la mano de su madre, habían detalles que ciertamente no habían sido dichos al joven príncipe. ¿Cómo Daemon podría traicionarlos de esta manera?

- Deseo tener paz en nuestros reinos, te concederé Dragonstone para ti y tu familia y conservarán todos sus títulos, incluso nombraré heredero al trono a Aegon, tu hijo con Daemon, a cambio de que no interfieran en mi reinado, es algo tan simple. - Dijo Aemond.

- ¿Y si no? - preguntó Jacaerys ya que su madre no hablaba.

Aemond sonrió con maldad - Si no, mataré a cada ser vivo de Dragonstone yo mismo, incluyendolos.

- Necesito tiempo para pensarlo - dijo finalmente Rhaenyra. - ¿Qué me hace pensar que cumplirás tu parte del trato?

- Como muestra de mi buena voluntad - dijo Aemond sin dejar de sonreír - ¡Guardias!

Los guardias inmediatamente abrieron las puertas y trajeron aún hombre encapuchado quién se movía y parecía furioso por ser llevado de esa manera.

- Con ustedes, el príncipe Lucerys Valaryon - dijo Aemond sonriendo.

Las caras de todos se asombraron cuando los guardias levantaron la capucha revelando al joven príncipe sano y salvo. Rhaenyra inmediatamente corrió hasta su hijo y lo abrazó, las lágrimas no tardaron en llegar, repartió besos por sus mejillas y cabeza repitiendo una y otra vez un "lo siento" "estás vivo"

Daemon incluso perdió la compostura al ver a su hijastro vivo. Aemond tendría mucho que explicar.

- Vhagar mató a Arrax, eso no lo pude arreglar pero unos pescaderos encontraron a Luke y decidí traerlo aquí para que se recuperara - dijo Aemond. - De nada.

Rhaenyra sin dejar de abrazar a su hijo y aún con lágrimas en los ojos, miró a Aemond.

- Puedes volver con Luke, si aceptas mi trato de lo contrario se quedará aquí conmigo - dijo Aemond con los ojos fijos en su sobrino. - Le encontraré un buen lugar para él.

- No - dijo de inmediato. - Necesito que me digas que harás con el reino si renuncio a la corona.

Aemond entrecerró su ojo y se levantó del trono de hierro - Bien hermana, primero casarme con Daemon, luego deseo reconocer a Aegon III como sucesor, tratados de paz entre los reinos, tengo muchos planes positivos para todos, nadie muere a menos que lo desee.

- Es lo mejor - habló Haleana quién nadie había visto entrar - Aemond puede ser un idiota pero traerá prosperidad a los reinos.

- Gracias hermana, aunque me ofende un poco - dijo Aemond mirando a su hermana quien le sonrió dulcemente.

Rhaenyra lo pensó por un momento, renunciar a su derecho de nacimiento para que su familia continúe con vida en Dragonstone.

- Además de ofrecerte un lugar en el concejo - dijo Aemond.

- Madre, no quiero que mueras - dijo Lucerys luego de estar tanto tiempo en silencio - Aemond no quiso matarme.

Aemond se tensó visiblemente.

- ¿A que te refieres? - preguntó Rhaenyra.

- Él me perseguía pero solo quería asustarme, Arrax no me obedeció y atacó primero, creo que eso hizo enojar a Vhagar. Aemond trató de detenerla pero no obedeció y mató a Arrax, lo escuché madre.

- Pero los dragones obedecen a sus jinetes... - Rhaenyra lo tomó del rostro - Seguro te golpeaste la cabeza, eso no es posible.

- Madre, nosotros no controlamos a los dragones - dijo Lucerys.

Rhaenyra y Aemond tuvieron un pequeño deja vu, él mismo había dicho eso hace unos días y Rhaenyra recordaba que su padre había dicho lo mismo muchos años atrás.

- Bien, si lo que dices es cierto. Juro renunciar al trono de hierro mientras tu mantengas tu palabra yo haré lo mismo. - dijo Rhaenyra. - De igual forma, acepto que Aegon III sea heredero al trono.

Aemond sonrió, había ganado algo tan fácil sin necesidad de ir a la guerra como su abuelo Otto Hightower deseaba hacer.

- Pero no puedes casarte con Daemon, nadie lo aceptaría, el septop se negara a bendecir su matrimonio.

- Tengo una forma de convencer a las personas de hacer lo que quiero - dijo Aemond simplemente.

- ¿Que harás con Alicent y Otto Hightower? - Jacaerys preguntó molesto, esas eran las serpientes principales.

- Mi prometido me ofrece la ejecución pública pero aún no lo he decidido, como sabrán mi hermana ama a su madre y abuelo, mi hermano es indiferente al respecto.

- Comprendo que hará lo mejor para el reino mi rey - dijo Rhaenyra. Ella miró por última vez al que pronto sería su ex esposo y asintió - Le deseo suerte en su reinado, siempre puede contar con nosotros como espero su apoyo a que mi hijo Lucerys sea heredero de Driftmark.

- Le aseguro que tiene todo mi apoyo, como su hijo Jacaerys heredará Dragonstone. No me olvido de Viserys, pronto encontraremos un lugar digno de un príncipe como él - Aemond dice.

Rhaenyra asiente - Ahora que todo a quedado claro, espero poder regresar a Dragonstone y atender mis deberes como su princesa.

Aemond asintió - Por supuesto, espero sea un buen viaje. Les escribiré cuando Aegon tenga que venir para prepararse para ser Rey.

Rhaenyra asintió y dio la vuelta para retirarse, sus hijos la siguieron de inmediato aunque no les parecía todo esto, era mejor que ir a la guerra y perder miles de vidas por la causa.

- No me informaste de esto - dijo Daemon de inmediato cuando se encontraron solos, incluso Haleana había abandonado la sala hace tiempo.

- Pero todo resultó bien, tengo el trono, hay paz y tu querida familia estará a salvo mientras mantengan su juramento - dijo Aemond acercándose a su prometido.

Daemon suspiró - ¿Algo más que ocultes?

- Por el momento no, redecoraré el palacio, parece más un lugar para Hightower que la fortaleza roja que siempre fue. Además de los preparativos para nuestra boda - dijo sonriendo.

Daemon suspiró, por un momento había olvidado que estaba atado de por vida al joven Targaryen, no era tan malo como lo imaginó sin embargo había algo oscuro en el joven Rey. Además de romper sus votos con Rhaenyra, ella quién siempre sería su gran amor, renunciaba a ella para siempre.

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Aemond luego de varios días, decidió visitar a su madre confinada a sus aposentos, sabía que Heleana pasaba parte de su día con ella haciéndole compañía, algo que le permitía a su hermana, por supuesto.

- Buenas tardes, madre - dijo luego de entrar. - ¿Cómo vas con el confinamiento?

Alicent que estaba viendo por la ventana se volteó de inmediato. - ¿Cómo crees? Estoy aquí siempre, únicamente me traen de comer y Heleana que me hace compañía.

- Agradece que te siguen tratando como la reina que fuiste - dijo tomando asiento frente a ella. - Si por Daemon fuera...

- ¿Daemon? ¡Siempre es Daemon! Te has obsesionado con él. - chilló histérica.

Aemond guardó silencio, quizás si lo estaba, decidió ignorarla. - El pueblo me ha recibido bastante bien como su Rey.

- Por supuesto, endulzas a todos con tus palabras mientras los apuñalas por la espalda como la serpiente venenosa que eres - dice con la molestia plasmada en su rostro.

- Por supuesto, he aprendido de la mejor, madre - dijo sonriendo. - Daemon quiere una ejecución pública para ti y el abuelo.

Alicent lo mira horrorizada.

- Pronto será mi esposo, tengo que complacer a mi esposo para que este feliz a mi lado - dijo suavemente desviando la mirada.

Alicent lo tomó bruscamente de los brazos - Aemond ¿a caso no lo ves? Daemon solo te está usando, seguro Rhaenyra está planeando algo y él solo te vigila de cerca.

Aemond frunció el ceño - Quizás madre, estaré listo por si acaso.

Alicent se alejó con la vista fija en el piso resignandose a morir pronto.

- Soy Rey, todos me aceptan, el comercio y las riquezas están aumentando, hay paz en nuestros reinos, todos están vivos, no hubo necesidad de guerra. - Aemond la miró fijamente esperando una reacción. - ¿Porqué no puedes estar feliz por mi?

Alicent lo miró con los ojos bien abiertos y apretó sus manos - Solo eres un usurpador del trono, tomaste el lugar que le correspondía a tu hermano, todo esto es mi culpa, mi error fue tenerte. - dijo con rabia escupiendo cada palabra.

Aemond suspiró volteando a otro lado, sentía que las lágrimas pronto saldrían, no importaba lo bien que hiciera todo, el apoyo que le daba siempre a su madre desde que era un niño, no importaba nada de lo que hiciera, nunca sería suficiente para ella.

- Preparate para tu ejecución dentro de tres días, espero puedas despedirte de Heleana, ella te extrañará. - Con eso, finalmente se alejó dando un portazo.

Alicent se dejó caer en su cama sollozando.

En los siguientes días faltantes, Alicent esperaba la visita de su hijo favorito, Aegon, él seguramente detendría toda esta locura de Aemond y Daemon, más nunca apareció.

Al tercer día, los guardias irrumpieron en sus aposentos y la arrastraron fuera mientras ella gritaba y pataleaba, la llevaron fuera del castillo en donde pudo ver a todos los hombres importantes del concejo, además de grandes casas invitadas y a todos sus hijos vistiendo de negro y rojo, además de a su padre Otto.

Alicent se puso roja del enojo cuando miró entre los hombres a Rhaenyra y a todos sus hijos esperando su muerte.

- Quisiera comenzar con unas palabras - dijo Daemon - Alicent Hightower y Otto Hightower fueron condenados a muerte por el Rey Aemond Targaryen por insultar y degradar a nuestro Rey, además de ser los responsables de la muerte de Ser Harwin Strong y traicionar a la corona. Esta suerte correrá todo aquel que se atreva a faltar a nuestro Rey y a toda la familia real.

Los presentes jadearon horrorizados no sabiendo que les sorprendía más si la amenaza evidente en las palabras de Daemon o las acusaciones hacia Alicent y Otto. Alicent abrió mucho los ojos ante las declaraciones.

- Aegon no permitas esto - gritó la antigua Reina.

Aegon la miró y sonrió - ¿Porqué madre? El Rey tiene razón, eres un veneno y veneno se tiene que cortar de raíz.

Aemond mantuvo sus ojos al suelo, aún le dolía lo que su madre había dicho, el trato que había recibido todos estos años, la odiaba.

Finalmente Vhagar aterrizó cerca haciendo temblar el suelo, se acercó arrastrando sus enormes patas y se colocó atrás de los acusados, Otto y Alicent temblaron con anticipación.

Aemond se acercó a su madre y sonrió. - Quiero que sepas querida madre, que me complace tu muerte - susurró suavemente dejando un suave beso en la frente. - Y abuelo, realmente espero que entiendas que morir quemado es piadoso de mi parte.

Otto no dijo nada.

Los invitados retrocedieron lo suficientemente y Aemond dio la orden - Dracarys, Vhagar.

Heleana se aferró al brazo de su hermano Aegon y cerró los ojos ocultando el rostro en su hombro intentando que todo desapareciera por un momento.

En el ojo de Aemond se reflejaba el fuego ardiendo, los gritos lastimeros de su madre y abuelo sólo lo hicieron sonreír. Finalmente los gritos se detuvieron, los cuerpos comenzaron a perder movilidad y dejaron de intentar salvar sus vidas, era patético, pronto no quedó más que los huesos y cenizas.

Aemond sonrió más y se giró para mirar a los invitados con la misma felicidad - Ahora, hay un banquete que espera por nosotros, espero sea de su agrado.

Todos salieron del shock con sus palabras y gritarom felices girando sobre sus talones para dirigirse a la Fortaleza Roja. Aemond no borró la sonrisa y los siguió dispuesto a unirse a la celebración.

Rhaenyra se acercó de inmediato tomándolo del brazo dejando un suave apretón amistoso - Agradezco que se haya hecho justicia, mi Rey.

Aemond asintió complaciendo - Nadie puede evitar la justicia, princesa, ni siquiera la antigua reina.

Rhaenyra le sonrió y se alejó para seguir a sus hijos. Aemond se encontró sorprendido por aquello.

Cuando todos estuvieron en el banquete real que se llevó a cabo en el jardín de la fortaleza, Aemond y Daemon se permitieron relajarse por primera vez en mucho tiempo, las personas parecían complacidos y felices, sonriendose y charlando entre todos, incluso Rhaenyra y los niños tenían una sonrisa en sus rostros mientras comían y hablaban.

- Todo me resulta extraño - dijo Daemon - Me recuerda a la cena que tuvimos con Viserys antes de su muerte.

- Lo sé, solo que ahora nadie finje por complacer los últimos deseos del Rey. - dijo Aemond bebiendo de su copa de vino.

- Creí que serías un pésimo Rey, pero lo estas haciendo bastante bien para ser tan joven - Daemon dijo mirando al menor.

Aemond sonrió - Me alagas mi príncipe.

Daemon sonrió y tomó la mano de Aemond apretandolas entre las suyas - Creo que ser tú prometido no es tan malo después de todo.

El joven rey sintió como el color subía a sus mejillas, Daemon dejó atrás todo su lado razonable y se permitió apreciar la belleza de Aemond por primera vez, era hermoso aunque antes se empeñaba en rechazar estos sentimientos, finalmente salían a flote, nadie podía negar la belleza del Rey, una muy peculiarmente hermosa y en el fondo se alegraba de tenerlo ahora de esta forma, no al antiguo sádico y psicópata Aemond, al nuevo Aemond.

Sobre el cielo pronto se alzaron varios dragones rugiendo mientras volaban pacíficamente, todos voltearon al cielo y los dragones continuaron su vuelo muy de cerca.

Daemon frunció el ceño. - ¿Porqué están afuera?

- Les permití salir, los dragones deben ser libres no estar encerrados en cuevas, ellos son del cielo, son libres finalmente - dijo Aemond con una sonrisa.

Daemon sonrió y asistió - Mientras tengamos el vínculo a ellos, todos estaremos bien.

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Para conmoción de Aemond, Lord Borros Baratheon estaba frente a él dos días después de la muerte de Alicent y Otto, el hombre parecía molesto y Aemond sabía perfectamente el porqué.

- Rey Aemond Targaryen, he venido por lo que se me propuso, una boda real con mi hija, la futura reina de los siete reinos. - habló el hombre muy enojado.

Daemon se tensó y miró inmediatamente a Aemond buscando explicación, bueno, puede que al joven rey se le escaparan algunos detalles, pero estaba dispuesto a remediar sus errores.

- He recibido una invitación a una boda con alguien que no es mi hija - Reclamó el hombre.

Aemond suspiró - Lamento todo esto Lord Baratheon, la carta le tuvo que haber llegado hace una semana anunciando la anulación de mi compromiso con su hija, en cambio tomaré al príncipe Daemon Targaryen como mi esposo y consorte real.

- Eso es una abominación - gritó el hombre.

Aemond se tensó. - No permitiré que hable en esa manera Lord Baratheon, ¿debo recordar la muerte de la reina Alicent Hightower? Todo el que me desafie correrá con el mismo destino.

Lord Baratheon cerró la boca y apretó los puños.

- Lamento el mal entendido, espero pueda asistir a nuestra boda Lord, queda despedido. - dijo Aemond.

Lord Baratheon aún molesto giró sobre sus talones, Aemond sabía que ya no contaría con el apoyo del hombre y su casa pero no le importaba.

- ¿Estabas comprometido? - Preguntó Daemon cuando estuvieron solos de nuevo.

- Si, con la hija mayor de Lord Baratheon - dijo Aemond - Mi madre prácticamente me obligó a eso.

Daemon frunció el ceño confundido, ¿de dónde provenían esos celos que estaba sintiendo de repente?

- ¿Has estado con alguien más? - se animó a preguntar.

Aemond se encogió de hombros - Quizás. Al igual que tu, querido tío.

Daemon frunció los labios y giró para irse.

Aemond suspiró y se dejó caer en trono una vez más, mañana sería la boda entre él y Daemon, esperaba realmente que todo saliera bien, que nadie se interpusiera o su ira caería sobre ellos.

- Su alteza, la casa Targaryen de Dragonstone acaba de llegar - dijo un guardia.

- Bien. Hazlos sentir cómodos, una habitación para cada uno - demandó sin ánimos.

El guardia se alejó y Aemond suspiró una vez más, esperaba que su boda no estuviera llena de sangre como todas las que han habido, por fin tendría a Daemon a su lado para siempre.

Cuando llegó el día, la servidumbre corría por todos lados ordenando las grandes mesas y llenandolas de diferentes aperitivos, decorando con flores y grandes manteles largos.

Todos los invitados ya habían llegado, a excepción de la casa Baratheon por supuesto, Daemon hizo una nota mental de reprender a Lord Baratheon ya que no ir a su boda era una gran falta de respeto ante su Rey y Aemond no dejaría pasar esto.

A petición de Aemond, tendrían una boda de la antigua Valyria, uniéndose como lo habían hecho sus antepasados. Daemon, tuvo sus dudas, se preguntó si se podría realizar esta ceremonia por tercera vez ya que la había hecho con Rhaenyra y Leana hace algunos años.

Rhaenyra se coló en la habitación de Daemon antes de la ceremonia, cosa que no pasó desapercibida por los sirvientes de circulaban los pasillos.

- Vengo a desearte suerte este día, se que no me he portado bien con todo esto pero espero entiendas que de la noche a la mañana me arrebataron el derecho al trono y a mi esposo. - dijo moviendo nerviosamente sus manos.

- Lo sé ¿Cómo crees que me sentí? Me quitaron a mi esposa y a mi hijos. Pero todo esto lo hago por nosotros, no estarías aquí si no fuera por mi sacrificio - dijo mientras terminaba de acomodarse los últimos botones de su túnica.

- Lo entiendo y te lo agradeceré eternamente, te amo Daemon y siempre será así - Rhaenyra no se atrevió a acercarse más, el hecho de estar en la misma habitación que Daemon ya era demasiado arriesgado.

- También te amo Rhaenyra - dijo mirándola.

- Su majestad, aquí está lo que pidió - dijo una mujer entrando a la habitación.

Rhaenyra se sobresaltó.

La mujer dejó las cosas en la cama y se fue lo más rápido que pudo.

- Ella es la fiel sirviente de Aemond, espero no saque las cosas de contexto o estamos jodidos. Deberías irte - dijo Daemon tomando la túnica de ceremonia.

- ¿Ceremonia Valyria?

- Aemond insistió - dijo simplemente.

Rhaenyra asintió y se retiró dejándolo solo.

Por otro lado, Aemond estaba preparándose y la joven mujer entró a su habitación.

- Su majestad, la princesa Rhaenyra y el príncipe Daemon estaban juntos en sus aposentos completamente solos - dijo sin mirarlo.

Aemond tarareó. - ¿Escuchaste algo?

- Ambos se dijeron que se aman y el príncipe dijo que estaba haciendo este sacrificio por su familia. - dijo la mujer.

Aemond apretó los puños - Gracias, Cassandra. Puedes retirarte.

Tomó la copa de vino y la lanzó a la chimenea con enojo. - Maldita Rhaenyra.

- ¿Que te tiene así hermano? Finalmente tienes a Daemon para ti, disfruta de tu día - dijo Aegon entrando a su habitación.

Aemond suspiró. - Él aún ama a Rhaenyra.

- Quizás - Aegon tarareó - Pero es tuyo ahora, eso cambia las cosas.

- No cambia nada, simplemente seremos esposos ante todos pero él puede seguirse viendola a mis espaldas. - gruñó. - Ella le dió hijos y yo... no, nunca podré.

Aegon chasqueó la lengua. - ¿Qué importa? Puedes quitárselos y tenerlos para ti, Aegon y Viserys están pequeños, te verán como su padre aún.

Aemond reflexionó - No lo sé, no quiero una guerra.

- Eres el Rey Aemond, todo lo que ordenes se hará, Rhaenyra no es estúpida, si amenazas la vida de sus bastardos, ella hará todo por mantenerlos a salvo aunque eso haga que se separe de sus dos hijos.

- Lo pensaré, hermano - dijo Aemond.

- Los niños serán felices contigo, incluso Aegon será el próximo rey ¿que te impide tenerlos aquí contigo? - Aegon tomó el rostro de su hermano y le sonrió.

- Me alegra que estés mejor Aegon, te miras más ¿feliz? - dijo Aemond mirando a los ojos de su hermano mayor, ya no tenía aquellas feas ojeras bajo sus ojos violetas.

- Lo soy, hermano, gracias a ti - Dijo Aegon sonriendo - Suerte en tu día, no dejes que nadie arruine la celebración.

Aemond sonrió - Gracias hermano.

Aegon dio una suave palmada al hombro de su hermano y se fue dejándolo solo.

Para cuando finalmente llegó la hora de la ceremonia, los Lords presenciaron por primera vez una ceremonia Valyria, en la que la sangre se unía a un solo cuerpo y sus dragones se unían más entre sí.

Aemond cortó la palma de su mano al igual que Daemon, algunas gotas calleron en las grandes copas y luego unieron sus manos, la sangre se mezclo y algunas gotas se derramaron en el pasto. Con el filo cortaron sus labios, la sangre que se derramó se colocó en sus frentes y finalmente sus labios se unieron suavemente probando la sangre del contrario en sus bocas. Los espectadores aplaudieron a la pareja recién unida, Caraxes y Vhagar rugieron juntos una vez más, felices de que sus jinetes se unieran en uno solo, estarían más juntos de nuevo como hace tantos años habían estado con el antiguo jinete de Vhagar.

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Daemon y Aemond retiraron sus túnicas de ceremonia y se quedaron con sus túnicas negras y rojas colores que representaban orgullosamente su casa.

Al bajar a la celebración fueron recibidos por gritos de felicitaciones, todos reían, comían y se emborrachaban. Pronto los recién casados fueron separados por todos los invitados quienes los felicitaban con entusiasmo y alagaban la celebración.

- Mi Lord Strong - dijo Aemond al ver a su sobrino.

Lucerys se sonrojó de ira algo que hizo reír a Aemond.

- Estoy aquí para disculparme por lo que te hice en Bestión de Tormentas, se que una disculpa no revivirá a Arrax pero realmente siento mucho lo que te hice ese día - dijo Aemond mirando directamente a su sobrino.

Lucerys se relajó visiblemente - No fue totalmente tu culpa pero acepto tus disculpas tío.

- Espero puedas encontrar un dragón tan bueno como lo era Arrax - Aemond le sonrió y Lucerys le devolvió la sonrisa.

- Esperaré un tiempo para intentar tener un nuevo dragón - Lucerys suspiró. - Pero gracias por tus buenos deseos, tío. Felicidades por tu boda, espero sean felices.

- Gracias, sobrino - dijo sonriendo.

Lucerys le sonrió por última vez y se perdió en la multitud.

Aemond tomó un poco de su vino y se relajó, todo estaba saliendo bien por el momento. Las personas bailaban felices al compás de la música, otros llenaban sus barrigas de comida o alcohol pero todos disfrutaban a su manera.

- Mi Rey Aemond - alguien lo saludó y Aemond inmediatamente volteó.

- Lord Stark - dijo sorprendido. - Espero estés disfrutando de la celebración.

- Por supuesto, las celebraciones Targaryen nunca decepcionan - dijo el hombre mayor. - Felicidades por tu matrimonio.

- Gracias - dijo simplemente bebiendo más de su copa.

- Nunca creí que te fueses a casar tan joven mucho menos con el príncipe Daemon - dijo Cregan.

Aemond se encogió de hombros - Quizás me gustan los hombres mayores.

- Podría ser tu padre - bromeó el mayor.

- Pero no lo es - rió tomando una nueva copa. - Es mi tío.

- Nunca me acostumbraré a los extraños matrimonios Targaryen - dijo Cregan - Aunque desearía haberme casado contigo.

- Oh vamos, solo fueron algunas noches las que pasamos juntos - Aemond se quejó.

Cregan rodó los ojos. - Estoy disponible si lo deseas mi rey.

Aemond se rió, ya tenía algunas copas de alcohol encima que comenzaban a hacer efecto - Lo tomaré en cuenta mi Lord Stark.

Un carraspeo hizo que ambos voltearan, Daemon estaba de brazos cruzados mirándolos.

- Con su permiso, majestad - dijo Cregan y luego se fue dejándolos solos.

- ¿Cómo que lo tomarás en cuenta? - Daemon gruñó acercándose al menor.

Aemond se rió - Lo siento, solo bromeabamos.
- ¿Bromeas así con todos? - dijo tomándolo de la mandíbula fuertemente.

Aemond se quejó y se tambaleó, suerte que estaban en el balcón y nadie estaba mirando esa escena. - Suéltame. No sé porqué te molestas, tu no me amas.

Daemon lo soltó bruscamente - Responde Aemond ¿eres así de puta con todos?

- ¿Que te importa? - gruñó. - Tú te has follado a todas las putas de Kings Landing y no te estoy reclamando.

Daemon se quedó en silencio.

- No se porque te molesta tanto después de todo esto solo es un sacrificio para ti - Aemond se alejó de él y se recargo en la baranda de piedra.

Daemon suspiró - Lo siento, no debí tratarte así.... Lamento lo que le dije a Rhaenyra.

- No, no te disculpes, se que la amas - dijo simplemente.

- Si dices eso ¿Porqué me dijiste que me casara contigo?

Aemond frunció el ceño - No lo sé, fue una decisión apresurada supongo. Quería un consorte y tu eres perfecto para desempeñar ese papel.

- Pero Rhaenyra era la heredera, no tú ni tu hermano.

- ¿Enserio estamos hablando de eso en nuestra boda? Yo soy el rey ahora, tengo lo que quiero así de simple - Se encogió de hombros - Ahora, deseo que Aegon y Viserys se vengan a vivir con nosotros a Kings Landing.

- Rhaenyra no lo permitirá - dijo de inmediato, su corazón golpeaba fuerte en su pecho, no quería que los niños sufrieran.

- Soy su rey, ordeno y obedecen, así de simple querido tío o mejor dicho, esposo.

- ¿Porqué haces todo esto?

- ¿Es malo querer que mi heredero y su hermano vengan a vivir con nosotros? - Aemond frunció el ceño - Mañana dile a Rhaenyra lo que deseo y espero que cumpla.

Aemond giró sobre sus talones y se fue dejando solo a Daemon, Rhaenyra quién los observaba desde lejos se acercó de inmediato tratando de mantener su distancia.

- ¿Que a ocurrido? - dijo preocupada.

- Quiere que Aegon y Viserys vengan a vivir a la Fortaleza Roja - dijo sin mirarla.

Rhaenyra jadeó horrizada. - Primero me quita el trono, luego a mi esposo ¿y ahora quiere a mis hijos?

- Alguien más tuvo que darle la idea, Aemond no podría pensar en eso - dijo apretando sus manos sobre la piedra del balcón.

- Siempre lo defiendes, como si Aemond fuera inocente en todas sus decisiones - Ella se acercó más y susurró - Olvidas porque estas haciendo todo esto y te estás enamorando de él.

- Por supuesto que no - dijo de inmediato - Pero tienes que traer a los niños de lo contrario todo nuestro plan se arruinará.

- Bien - dijo ella mirando hacia otro lado completamente molesta. - Si les hace algo, mi ira caerá sobre todos.

Daemon asintió vacilante. El silencio cayó sobre ambos, únicamente miraban hacia afuera, el cielo estaba estrellado y la luna se cernía sobre ellos, podrían jurar que vieron un dragón volar sobre la noche, Aemond había cumplido lo que dijo y los dragones eran libres.

- Preparate para darle una buena noche de bodas - dijo ella.

- No creo, Aemond ya tiene copas de más, seguro caerá dormido antes de que la fiesta termine - dijo encogiéndose de hombros.

- En ese caso... ¿puedo hacerte compañía? - Rhaenyra se acercó más a él.

Daemon sonrió un poco - Si así lo desea, princesa.

Aemond por otro lado apretó la copa en su mano rompiendola al mirar a la pareja en el balcón, al parecer nadie lo había notado ya que estaban absortos en sus propias conversaciones o demasiado borrachos para pensar en algo más, suspiró y tomó una nueva copa, luego limpió el vidrio y la sangre de su mano dispuesto a seguir bebiendo hasta perder la conciencia. Frunció el ceño cuando luego Daemon y Rhaenyra se perdieron en la multitud y no los vio por el resto de la fiesta.

- Que excelente esposo - murmuró para si mismo amargamente.

- Aemond, creí que estarías en tu noche de bodas con Daemon - Comentó Cregan llegando con una copa en su mano.

Aemond bufó y bebió más, bebió hasta que olvidó todo, se rió y disfrutó de la noche como nunca antes lo había hecho.

Cuando la fiesta finalmente terminó, no hubo derramamiento de sangre, los invitados estaban borrachos o felices con sus estómagos llenos, había sido una buena celebración después de todo.

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Al siguiente día, Aemond se despertó con un fuerte dolor de cabeza, estaba en sus antiguos aposentos lo cual le resultó extraño ya que luego de la boda estaría compartiendo habitación con su esposo en una habitación mucho más grande digna de los Reyes de los siete reinos.

A su lado, alguien se movió y Aemond se puso rígido, no recordaba nada de su noche anterior, solo haber comenzado a beber y perder la conciencia luego de eso. ¿Había pasado realmente su noche de bodas con Daemon? La emoción lo llenó por completo.

La persona a su lado se movió más y las sábanas calleron a su lado revelando una mata de cabello oscuro, la respiración de Aemond se atascó y abrió mucho su ojo.

- Espero que hayas dormido bien, mi Rey - murmuró el hombre con voz ronca.

El hombre se giró y Aemond gritó - ¿¡Cregan?!

Por otro lado, Daemon se despertó temprano y se vistió lo más rápido que pudo, se ordenó un poco el cabello y corrió de regreso a la habitación que ahora compartiría con Aemond.

Para su suerte, Aemond había pedido que ningún guardia estuviese en el pasillo esa noche, Daemon pronto se llenó de culpa, había dejado solo a Aemond en su noche de bodas solo por pasarla con Rhaenyra, ciertamente no amaba a Aemond pero no merecía esto, podía ver su rostro decepcionado que luego se convertiría en la máscara fría e indiferente que siempre cargaba consigo.

Cuando llegó a su habitación, abrió la puerta lentamente, esperaba toparse con Aemond dormido en la cama pero la habitación estaba completamente vacía, la cama arreglada como si no hubiese sido usada.

Frunció el ceño y se relajó un poco, el agua de la tina aún estaba llena como habían pedido la noche anterior, el agua limpia y fría no había sido usada. Se desvistió y entró en la tina, odiaba el agua fría pero era lo que había y los sirvientes seguramente no estarían despiertos aún, así que se dio un baño rápido y se cambió listo para salir en busca de Aemond ¿Dónde estaría si no allí?

Cuando Aemond se dio cuenta de su error, se duchó, se vistió, y cambió con su típica ropa de cuero negra, su cabello en una pequeña media coleta y su parche en el ojo, para su suerte, aún conservaba alguna ropa en su antigua habitación. Cregan decidió seguir durmiendo y Aemond lo ignoró y salió en busca de su desayuno, su estómago rugía.

Esperaba no encontrarse con Daemon, quien sabe quien no había presenciado lo de anoche.

Cuando se adentró al comedor, para su mala suerte todos estaban ahí, Rhaenyra, Lucerys, Jacaerys, Joffrey, Aegon, Heleana y Daemon, por supuesto. Todos lo miraron de inmediato, Aemond simplemente tomó asiento al lado de su hermano e ignoró a todos. Tras él entró Rhaenys y Corlys quienes se habían quedado a dormir.

- No sabía que la casa Stark se quedaría también - dijo Corlys sonriendo.

Aemond se tensó un poco - De último momento se quedaron, por supuesto no pude negarselos, han sido amigos y aliados de la familia durante mucho tiempo.

Corlys asintió y todos se quedaron en silencio continuando con sus comidas. Daemon lo miraba de vez en cuando, Aemond no sabía si era bueno o malo.

Cuando el incómodo desayuno terminó, Aemond se excusó y salió del lugar lo más rápido posible, se sentía enfermo, solo quería salir un rato y volar con Vhagar.

 

- ¡Espera! - Daemon gritó tras él, pronto se unió a él y lo detuvo. - Quería disculparme.

Aemond frunció el ceño y Daemon continuó hablando - Sobre lo de anoche, lamento no haber pasado la noche contigo, me quedé dormido afuera, estaba tan borracho.

Aemond asintió confundido - Bien.

- Si quieres, podemos estar juntos este día - Daemon se acercó un poco más y acunó su rostro, tomándolo delicadamente. Frunció el ceño - ¿Que te ocurrió en el labio?

- Me caí - dijo apresuradamente. - Sobre tu propuesta, debo declinar, esposo. Estoy cansado, otro día será.

Daemon lo tomó de la mano y notó un moretón en su muñeca, luego recorrió su mirada en el delicado cuello de Aemond y habían más marcas.

- Te veré luego, espero hables con Rhaenyra sobre lo que dije - dijo apresuradamente.

Daemon se tensó y asintió.

Aemond se alejó apresuradamente, para su mala suerte tuvo que volver a sus aposentos por su ropa de montar que aún no había sido movida. Cregan estaba en la tina tranquilamente.

- Aemond - Saludó el mayor.

- Cregan.. - dijo entredientes. - Quiero que sepas que lo que pasó ayer, no volverá a pasar.

Cregan frunció el ceño - ¿Te refieres a pelear?

- ¿Pelear? - preguntó confundido.

- Por supuesto, luego de beber me retaste a un duelo en el que saliste perdiendo - dijo con orgullo - Terminaste muy golpeado, lo siento pero tu arremetiste contra mi derribandome y no pude quitarte más que ahorcandote.

- ¿Que? Nosotros no... nos acostamos? - preguntó boquiabierto.

- ¿Que? ¡No! Solo peleamos y luego estabas tan borracho que te traje aquí, nos quitamos la ropa porque estaba sucia, llena de barro y luego nos metimos a dormir.

- Oh - Aemond se sonrojó furiosamente - Lo siento, creí que había pasado otra cosa.

Cregan se hechó a reír - Nada de lo que estas pensando.... Aunque si quieres, aquí estoy - dijo bromeando.

Aemond rodó los ojos divertido - No gracias Lord Stark, estoy feliz con Daemon.

Tomó su ropa y luego salió de ahí mucho más relajado y feliz, no había faltado a su matrimonio, desde mucho antes había prometido ser fiel a su matrimonio, quizás de esta manera Daemon comenzaría a verlo de otra manera y poder comenzar de nuevo, tal vez algún día sus sentimientos fueran correspondidos con la misma intensidad y serían un feliz matrimonio, como los cuentos que su madre siempre le contaba a su hermana.

En su camino se cruzó con Ser Criston - Mi Rey, hay una cosa que tenemos que hablar.

Aemond sonrió, Ser Criston frunció el ceño, rara vez se le podía ver al joven Rey sonriendo.

- Dime - dijo Aemond sin borrar su sonrisa.

- Ahora se le vio al Rey Daemon salir de los aposentos de la princesa Rhaenyra - Susurró - Los guardias aseguran que pasaron toda la noche juntos, por supuesto les dije que esto no se lo comentaran a nadie más, su alteza.

La sonrisa de Aemond disminuyó hasta borrarse, por eso era que Daemon no se había dado cuenta de que no había pasado en su habitación.

- Bien. - dijo fríamente - Gracias Ser Criston, me encargaré de mi esposo.

El guardia asintió e hizo una pequeña reverencia y se fue dejándolo solo, Aemond pudo sentir un feo dolor en el pecho que nunca antes había sentido, también esa horrible sensación en el estómago, su felicidad se vio arruinada tan rápido por la misma persona que había sido la causa de su felicidad.

Su ceño se frunció y sus puños se apretaron tan fuerte que dolió cuando sus uñas rasgaron la palma de sus manos, estaba furioso, esa perra y ese imbécil, conocerían lo que es faltarle a su Rey.

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El tiempo continuaba pasando, Aemond y Daemon aún no habían consumado el matrimonio, según Aemond no era necesario ya que no estaban tratando de producir un heredero así que ignoró eso, Daemon estuvo felizmente deacuerdo continuando con sus escapadas semanales con su sobrina. Aemond lo sabía y se asqueaba por eso, odiando pensar que las mismas manos que lo tocarían están tocando constantemente a su enemigo.

- Su majestad, los dragones no dejan de crecer - dijo uno de los cuidadores.

Aemond sonrió y asintió - Por supuesto, están en libertad. El estar encerrados en Dragon Pit hizo que crecieran lentamente.

- Vhagar a encontrado el nido de Vermithor y se mantienen juntos - dijo el cuidador.

- No te preocupes, Vhagar necesita compañía ¿que mejor que uno de los dragones más grandes de todos? Me alegra que ya no esté sola, no he tenido mucho tiempo para estar con ella. - Hizo una mueca, extrañaba a su dragón.

El cuidador se despidió e hizo una reverencia y se fue dejándolo con Daemon a solas quien parecía nervioso y golpeaba sus dedos en la mesa.

- ¿Que ocurre? - preguntó Aemond estresado del golpeteo de sus dedos en la madera.

Daemon frunció el ceño, desde que se casaron Aemond ya no lo llamó esposo o los apodos que antes tenía para él, se alejó más y se undió en el trabajo que la corona le daba constantemente.

- ¿Quieres legitimar a Aegon y Viserys como tuyos? - preguntó.

Aemond tarareo deacuerdo. Los niños eran bastante dulces, hace unos días habían llegado a la Fortaleza Roja y habían dado más alegría al castillo, solían mantenerse con los hijos de Aegon, Jaehaerys y Jaehaera, se llevaban bastante bien, de cierto modo, la amistad entre los niños le recordaba a la que tenía con Aegon, Lucerys y Jacaerys hace unos años.

- A menos que quieras que tome una esposa para tener herederos propios - murmuró casual. - ¿Algo más que te preocupe? Tengo mucho trabajo que hacer. - dijo Aemond buscando entre los papeles.

- Solo era eso, majestad - dijo Daemon molesto por la poca atención que el menor le dedicaba últimamente, a penas le hablaba y ya no pasaba constantemente atrás de él tratando de llamar su atención.

- Entonces eres libre de retirarte - dijo simplemente sin mirarlo.

Daemon salió de la sala de juntas molesto consigo mismo por querer al niño tras de él de nuevo, recibir la misma atención que antes recibía. La idea de que el joven Rey tomara una esposa lo enfermaba.

A pesar de todo, el reino prosperaba y los siete reinos estaban bastante complacidos con el nuevo Rey, Daemon admitía que su esposo no era un mal rey, había estudiado y preparado para el puesto toda su vida, claramente no se lo diría a Rhaenyra pero se permitía pensarlo algunas veces.

- Estoy embarazada - dijo Rhaenyra uno de los días que la visitaba.

La sangre se congeló en sus venas. Anteriormente se abría puesto feliz pero no ahora, sabía que un embarazo era fácilmente una bienvenida para que Aemond colgara sus cabeza en una estaca.

- Espero puedas deshacerte de él antes de que sea demasiado tarde - dijo. Rhaenyra jadeó horrizada.

- ¿Qué? ¡Por supuesto que no haré tal cosa! - chilló histérica.

- Entonces debes prepararte para que Aemond los mate a ambos - dijo levantándose de la cama. - Él no permitirá esta humillación.

- Debe ser momento para atacar. Ahora que están casados Aemond no se esperara este ataque de tu parte... Puedes matarlo mientras duerme.

- No dormimos juntos, él a decidido quedarse en su antigua habitación - dijo molesto. - No puedo...

- ¡Te has enamorado de él! - gritó molesta - Debes hacerlo por tu reina.

Daemon suspiró y terminó de vestirse para luego irse de regreso a la Fortaleza Roja, ya era hora que sus secretos salieran a la luz, pronto sería demasiado tarde.

Cuando volvió a la Fortaleza Roja no esperó encontrar carruajes fuera con la bandera Stark ondeando, mucho menos espero encontrar a Aemond cenando con toda su familia reunida sin haber sido invitado a participar de la cena.

- ¡Esposo! No sabía que vendrías temprano - dijo Aemond mientras sonreía y arrastraba las palabras, claramente pasado de sus copas.

Daemon se sintió culpable, luego de las primeras semanas de su matrimonio había dejado de asistir a las cenas y a llegar pasada la hora de comida, supuso que Aemond dejó de tomarlo en cuenta.

- Invernalia sería perfecto para que visites - dijo Cregan ignorando a Daemon. - Sería un placer alojar al Rey de los Siete reinos.

Aemond sonrió feliz bebiendo de su copa de vino - Estaría encantado de finalmente conocer Invernalia, me tomaré un tiempo para poder ir.

Daemon se centró en su comida tratando de ignorar los comentarios de Cregan mientras Heleana frente a él únicamente lo miraba de vez en cuando murmurando por lo bajo, Daemon la ignoró.

Aegon por su parte estaba más que divertido por la situación, acababa de volver de un viaje junto a Heleana y había tanta tensión en el aire, se necesitaba un drama familiar de vez en cuando para no caer en el aburrimiento, nunca había visto a su hermano tan borracho, Aemond era sin duda la única persona que se mantenía a raya con sus copas y jamás se permitía perder la compostura, tal como su madre le había enseñado, bueno... hasta ahora.

Cuando finalmente la cena dio por finalizada, todos se levantaron y dieron las buenas noches retirándose de la mesa, Aemond se tambaleó por el pasillo deteniendose en las paredes mientras reía cuando tropezaba descuidadamente hasta su habitación pero una mano lo detuvo antes de entrar a sus aposentos, tiraron de su mano hasta casi arrastrarlo por los pasillo, el Rey no se sentía con fuerzas para poder golpear a su agresor pero gruñía con enojo y ponía toda la resistencia que su cuerpo borracho le permitía.

- ¡Ser Criston! - gritó cuando se encontró con el guardia.

El hombre de inmediato de acercó. - Su majestad, no debería tratar así al Rey.

Daemon lo miró con enojo, quería golpearlo - Es mi maldito esposo, está borracho y lo llevo a la habitación para que descanse.

Ser Criston dudó por un momento pero el estado del Rey era lamentable, no se podía mantener en pie y sonreía burlonamente con el ojo desorbitado por el alcohol. Así que asintió y permitió que Daemon continuara empujando a su esposo por el pasillo hasta los aposentos reales.

Cuando finalmente estuvieron dentro, Daemon cerró la puerta de un portazo y Aemond se tambaleó a la cama riéndose de tropezar con una silla.

- ¿Cómo puedes estar así? - Daemon gruñó.

Aemond se dejó caer en la cama y se quitó el parche del ojo tirandolo al piso - Solo disfruto mi noche, he estado tan cansado - se quejó arrastrando las palabras.

Daemon suspiró quitándose la espada y dejándola lejos del alcance del menor. - No piensas ir a Invernalia ¿verdad? El hielo no es para los dragones.

Aemond tarareó pensativo - Iré, necesito... un descanso de todo... esto.

- No, no irás - dijo Daemon.

- Yo soy el rey y voy a ir - Se quejó frunciendo el ceño.

- No lo harás, no dejaré que ese Lobo te lleve - gruñó dejándose caer en la cama.

- Pero tu puedes irte con Rhaenyra todas las noches - Aemond se incorporó mirando a Daemon - No es justo ¿verdad?

Daemon se tensó visiblemente.

Aemond hizo una mueca - Yo solo... quería que me amaras como la amas a ella.

Daemon no supo como responder.

- Quizás debí casarme con Cregan como sugirió Aegon o acostarme con él la noche de nuestra boda, pero no puedo hacerte eso.

Daemon juró que podía ver lágrimas formándose en su ojo violeta y el corazón se le oprimió, nunca se imaginó que Aemond le estaba siendo fiel a su matrimonio.

- Quiero odiarte pero no puedo... Te amo tanto - Aemond suspiró y se dejó caer a su lado.

Daemon permaneció en silencio y pudo ver como la respiración de Aemond se hizo más lenta mientras sus ojos permanecieron cerrados, finalmente se había quedado dormido, sabía que probablemente al día siguiente, Aemond olvidaría toda esta conversación pero él la seguiría recordando el resto de sus días.

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Todos los Lord se arrodillaron uno a uno ofreciendo su lealtad al futuro Rey, el pequeño aún no comprendía que estaba pasando pero se quedó quieto junto a su nuevo padre mientras cada uno se arrodillaba frente a él.

Aemond permaneció en el trono de hierro hasta que vio al pequeño Aegon incómodo con la corona pesada en su cabeza, se levantó y se quedó a su lado. Aemond le dedicó una sonrisa y Aegon se la devolvió.

- Rhaenyra Targaryen, princesa de Dragonstone.

- Yo, Rhaenyra Targaryen, princesa de Dragonstone, promesa de fidelidad al Rey Aemond y su heredero nombrado, príncipe Aegon Targaryen, les juro lealtad y defenderlos de los enemigos, de buena fé y sin engaños. Lo juro por los viejos dioses y los nuevos.

- Jacaerys Valaryon, príncipe heredero de Dragonstone.

- Yo, Jacaerys Velaryon, príncipe heredero de Dragonstone, promesa de fidelidad al Rey Aemond y su heredero nombrado, príncipe Aegon Targaryen, les juro lealtad y defenderlos de los enemigos, de buena fé y sin engaños. Lo juro por los viejos dioses y los nuevos.

- Lucerys Velaryon, príncipe heredero de Driftmark.

- Yo, Lucerys Velaryon, príncipe heredero de Driftmark, próximo señor de las Mareas, promesa de fidelidad al Rey Aemond y su heredero nombrado, príncipe Aegon Targaryen, les juro lealtad y defenderlos de los enemigos, de buena fé y sin engaños. Lo juro por los viejos dioses y los nuevos.

- Yo, Aemond Targaryen, primero con el nombre, Rey de los Ándalos y los Rhoynar y los Primeros Hombres, Señor de los Siete Reinos, Protector del Reino. Por la presente nombro a Aegon Targaryen, tercero con el nombre, príncipe de Dragonstone y heredero al trono de hierro - dijo Aemond

Todos se inclinaron ante el Rey y su heredero al trono.

Todo estaba hecho, finalmente tenía a su sucesor.

Cuando todos se retiraron, Aegon se volvió hacia Aemond con una sonrisa - ¿Seré Rey como tú?

Aemond asintió - Serás Rey.

Aegon sonrió más y abrazó a Aemond, era un niño dulce con todos, amoroso y se había encariñado rápidamente con el mayor.

- Esta corona será tuya algún día - dijo tomando la corona negra con piedras rojas y se la colocó en la cabeza al niño, la corona era muy grande. - Rey Aegon Targaryen.

Aegon chilló feliz aplaudiendo - Seré un gran rey como tú.

- Serás mucho mejor - Aemond se colocó la corona en nuevo y peinó el cabello platinado del niño.

- ¿Puedes llevarme a montar? - preguntó el niño entusiasmado.

Aemond hizo una mueca - Lo siento cariño, pero tengo que irme ahora a resolver asuntos del Rey, pero te prometo que cuando vuelva, iremos con Vhagar a dónde tu quieras.

Aegon hizo un pequeño puchero - ¿Lo prometes?

- Lo prometo - dijo Aemond sonriendo. - Ahora ve a jugar con tu hermano.

El niño corrió lejos con una gran sonrisa en su rostro.

- ¿Te irás? - preguntó Daemon quién estaba mirando la escena desde hace un tiempo.

Aemond asintió - Iré a Harrenhal, hay un conflicto y se solicita mi presencia, ha habido un levantamiento en contra de la corona.

- ¿Necesitas que te acompañe? - preguntó.

Aemond negó - No, te necesito aquí. Mientras no esté, tú te encargarás del Reino en mi nombre, no se cuanto tiempo sea pero enviaré un cuervo si mi estadía se prolonga.

Daemon asintió deacuerdo. - ¿Cuándo te irás? - preguntó.

- Mañana, espero ahora dejarte algunas cosas para que lleves el orden de todo. - Aemond suspiró y con una última mirada, se alejó de la sala del trono.

La tarde se la pasó organizando algunos papeles dejando notas de lo que se hace y no, tratando de que de alguna manera le sea más fácil a Daemon acoplarse a la rutina que tendrá por unos días. Al final del día estaba cansado y soñoliento, arrastrando sus pies se dirigió a sus aposentos en dónde ya estaba preparado su equipaje, pero lo que le sorprendió fue el hecho que Daemon estaba en su cama con un libro en mano.

- Tardaste - dijo el mayor simplemente dejando el libro en la mesita de noche.

Aemond asintió desplomandose en la cama, ya ni siquiera le importaba si Daemon estaba en su habitación, simplemente quería dormir.

- Te miras cansado, sobrino. - dijo Daemon.

Aemond tarareó deacuerdo, como si el llevar el mando de siete reino era cosa fácil, al contrario de su consorte que se la pasaba lejos de casa junto a su amante.

Daemon se movió cerca tocó suavemente el rostro de Aemond desde su frente hasta sus labios, luego se inclinó y capturó los finos labios de su esposo, Aemond abrió el ojo sorprendido por esto pero no se opuso en cambio siguió el beso, con forme pasó el tiempo aquel beso se convirtió en algo más lujurioso y sus dientes chocaban de vez en cuando. Daemon no perdió tiempo y se deshizo con rapidez de la ropa de cuero de Aemond dejándolo totalmente expuesto mientras continuaban besándose distraídamente.

Ambos se separaron jadeando y Daemon por primera vez pudo ver el pálido cuerpo de su esposo, tenía algunas cicatrices por el combate pero lo hacía ver más hermoso, su pecho subía y bajaba con rapidez mientras el mismo lo escaneaba.

Daemon no pudo resistirse más y se acercó a su esposo. Sin pensarlo dos veces tocó aquella piel deleitandose con la suavidad de ésta, era cálida y delicada a pesar de ser un guerro bastante formidable.

Aemond gimió gustoso al sentir las manos de Daemon sobre su piel desnuda, después de tanto tiempo ansiando su toque finalmente el mayor había recurrido a él.

- Quítate la ropa - Ordenó Aemond desesperado por mirar a su esposo finalmente.

Daemon obedeció quedando completamente desnudo, a diferencia de Aemond, el mayor era más grande, habían más cicatrices de guerra marcando su piel.

Daemon se acercó a su esposo y lamió la piel blanquecida, rozó sus dientes en ella haciendo estremecer a Aemond. Daemon se deleitó con la vista tan perfecta que tenía frente a él, era todo suyo.

Se relamió los labios se acercó a besar y chupar los pequeños pezones rosados poniéndolos de inmediato completamente duros, el menor gimió gustosamente.

Daemon pasó una de sus manos lentamente desde su clavícula, pasando por su abdomen hasta su pene duro, se entretuvo un momento tocándole lentamente hasta que Aemond movió sus caderas desesperado por más. Daemon muy obediente bajo sus dedos hasta el pequeño agujero que se contrajo por sus toques.

- Daemon - gimió.

Daemon tomó la pequeña botella de aceite que había dejado bajo la almohada y llenó lo suficiente sus dedos para evitar el dolor para su compañero de cama. El mayor metió unos de sus dedos que se deslizó fácilmente por el exceso de aceite, Aemond gimió cerrando sus ojos, era una nueva sensación bastante agradable. Daemon no se resistió y tomó aquellos labios con los suyos nuevamente explorando cada rincón de su boca, como si nunca deseara apartarse de ellos. Aemond gimió cuando el segundo dedo entró en él, estirandolo y llevándolo a otra etapa de placer, sus gemidos se perdieron en la boca del contrario.

- ¿Estás listo? quiero que estés apretado para mi - susurró Daemon y volvió a besarle tirando levemente de su labio inferior al separarse.

Aemond asintió.

Daemon se posicionó entre sus piernas y se deleitó con la vista que tenía, con una sonrisa de suficiencia alineó su pene listo para entrar. Aemond movió sus caderas buscando más contacto, Daemon se colocó encima de él dejando todo su peso en sus brazos para no aplastarlo y lentamente fue entrando en él.

Aemond cerró su ojo y soltó un suave quejido por el dolor agudo de sus paredes abriéndose para recibir el enorme pene de su esposo. Daemon soltó un gemido ronco al ser recibido de esa manera, era tan cálido, húmedo y apretado que lo estaba volviendo loco. Espero unos minutos en los que repartía pequeños besos en todo el rostro de Aemond y le decía cuan hermoso era.

Cuando Aemond se acostumbró a su tamaño comenzó con un vaivén lento sin dejar de besarlo, poco a poco fue en aumento al igual que los gemidos del menor.

- Joder, te sientes tan bien, tan bueno para mi - gruñó Daemon tomando las manos de Aemond y subiéndolas arriba de su cabeza dejándolo completamente acorralado contra el colchón y su cuerpo.

Aemond no podía emitir palabra alguna solo gemía ruidosamente y apretaba los dedos de sus pies cada vez que daba justo en su punto dulce. Daemon cada vez más fue perdiendo la razón dejándose llevar por las sensaciones penetrando con más fuerza el agujero de Aemond y apretando sus manos un poco más fuerte, seguramente dejaría una que otra marca.

Unas estocadas más faltaron para que Aemond se corriera ruidosamente sobre su abdomen apretando deliciosamente la polla de Daemon haciendo que este también llegara al tan ansiado orgasmo derramando toda su semilla en lo más profundo de su cuerpo.

Finalmente, cuando lograron calmar sus corazones y su respiración acelerada, Daemon se dejó caer al lado de Aemond quién se levantó para poder darse un baño, para su suerte la tina estaba llena y se metió a bañar.

No hubieron más palabras luego de eso, cuando Aemond se terminó de bañar, Daemon ya estaba dormido así que se dejó caer a su lado y finalmente pudo dormir tranquilo.

Cuando Daemon despertó por la mañana, Aemond ya no estaba a su lado, tampoco su equipaje, supuso que ya se había ido a Harrenhal.

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Había llegado hace poco y todo era un caos, cientos de personas gritaban por su cabeza y exigían que se retirara del trono como Aegon lo había hecho.

- Se niegan a obedecer, dicen que es un usurpador - Dijo el hombre.

Aemond tarareó. - ¿A quién obedecen?

- Princesa Rhaenyra, mi Rey.

- Bien, hay que dar un incentivo a estas personas ¿no lo cree? - Aemond tomó su espada Darkfire, la espada de Aegon el Conquistador. - Yo seré su único Rey.

Por otro lado, Rhaenyra estaba encantada con que su plan había funcionado, Aemond se había ido de la Fortaleza Roja y Daemon estaba a cargo, lamentaba la vida de las personas en Harrenhal pero ellas mismas se habían ofrecido a ayudar para quitar al usurpador del trono .

- Daemon, finalmente el día a llegado - Rhaenyra - He dijo a mis hijos a las casas para que juren su lealtad a mi, Aemond está muy ocupado en Harrenhal para darse cuenta.

Daemon perdió la compostura por un momento - ¿Fue idea tuya?

Rhaenyra asintió - Si, es momento mi amado, tomaremos lo que se nos a quitado.... ¿Dónde está Aegon y Heleana?

- Se han ido, no se a dónde, Aemond les permitió viajar por el mundo junto a los niños y sus dragones - dijo encogiendose de hombros.

- Bien, si vuelven los encierras - dijo ella simplemente - Esperemos por la de los chicos.

Mientras que en Winterfell, Jace aterrizó con Vermax no muy lejos de la casa Stark y fue bien recibido por Lord Stark.

- ¡Jace! Tiempo de no verte, recientemente acabo de llegar de Desembarco del Rey. - Cregan le palmeó la espalda. - ¿A que se debe tu visita, mi amigo?

Jace le sonrió y luego hizo una mueca - Me temo que no son buenas noticias.

Ambos se adentraron al castillo y se pusieron cómodos donde nadie interrumpiera.

- ¿Y bien? - preguntó Cregan.

- La guerra se aproxima... entre Aemond y Rhaenyra. - dijo Jace - Necesitamos que tu casa le jure lealtad a la reina.

- Un momento... pero ellos estaban bien recientemente - dijo Cregan frunciendo el ceño.

- No, nunca lo fue, solo era una estrategia de la reina, Daemon era un espía dentro de la Fortaleza Roja, Aemond confía ciegamente en Daemon así que nunca sospechó - dijo encogiéndose de hombros. - Ahora Aemond está en Harrenhal por una trampa de mi madre, cuando Aemond vuelva, el castillo y todo será tomado por los negros.

Cregan lo miró por un momento debatiéndose que hacer con esta información pero asintió finalmente - Dile a la reina que tiene todo mi apoyo y el del norte, es un honor pelear por y para ella.

- Se lo haré saber, Aemond tiene a la casa Wylde, Lannister, Strong y otras veinticinco casas más. Será una guerra dura pero si todo va con el plan, todo acabará antes de comenzar y la reina estará en el trono de hierro antes que Aemond vuelva.

Cregan asintió.

- Me despido, Lord Stark, debo ir a otros lugares - Jacaerys se puso de pie y rodeó a Cregan con sus brazos.

- Ten un buen viaje mi príncipe - dijo Cregan.

Cuando Jacaerys finalmente se fue, Cregan suspiró pesadamente - Lo que te hubiera ahorrado si te hubieras casado conmigo, Aemond.

Cregan tomó un pergamino y comenzó a escribir con detalles lo que Jacaerys había revelado, luego envió un cuervo a Harrenhal para advertir a Aemond, el joven Rey no se merecía una traición así, había sido bueno con toda su familia desde que asumió el trono y su propio esposo lo traicionó de esta manera.

En Harrenhal, las personas seguían reunidas gritando blasfemias, Aemond estaba cubierto de sangre y barro había dejado a su paso unos cuentos cadáveres, le daba rabia que todas estas personas siguieran apoyando a la perra de su hermana a pesar de que él les había dado todo , comida, techo, medicina, incluso había cerrado todo tipo de cosas ilegales que afectaban a las personas del pueblo y le agradecían siendo debotos a Rhaenyra.

Rhaenyra a quién le había perdonado la vida, a quién le entregó su hijo sano y salvo, a quién les dejó sus títulos, tierras y riquezas, a quién cuyo hijo fue recién nombrado heredero al trono y fue bienvenida a Desembarco del Rey. Rhaenyra le pagó acostándose con su esposo a sus espaldas.

Un cuervo llegó a él llevando un pergamino consigo con el sello de la casa Stark tan reconocible por el lobo. Se dejó caer en el pasto junto a Vhagar y abrió el pergamino esperando que fuera de su amigo Lord Cregan Stark.

" Mi Rey , escribo esta carta para advertirte de la traición que se a planeado en tu contra. Esta mañana he recibido la visita del príncipe Jacaerys Velaryon quien a pedido que Invernalia jure lealtad a la princesa Rhaenyra Targaryen ya que justo ahora mientras tu estás en Harrenhal, ella junto al Rey consorte Daemon están robando tu título, han enviado a otros mensajes a otras casas para apoyar su reclamo. Debes volver a Desembarco del Rey antes que sea demasiado tarde, el hombre que a dormido a tu lado todo éste tiempo, ha sido el principal espía de Rhaenyra. Mis más sinceras disculpas por lo sucedido, quiero que sepas que tienes todo mi apoyo y de todo el norte para esta guerra."

Aemond nunca había llorado desde que perdió su ojo cuando era niño, pero ahora no pudo evitar que sus lágrimas se derramaran por su único ojo, su vista se nubló y golpeó el suelo con su puño haciéndose daño, debió ser más duro con Rhaenyra y Daemon desde un principio, les otorgó tantas libertades. Su propio esposo había conspirado en su contra y ahora se sentaba en el trono de hierro mientras él estaba aquí cubierto de sangre y tierra sentado en la hierba mientras temblaba por los sollozos.

Con manos temblorosas tomó las riendas de Vhagar y subió hasta la silla, la dragona sintió su dolor y quería su venganza, anhelaba la guerra y la muerte de sus enemigos tanto como él lo deseaba.

- Soves - dijo, la dragona de inmediato alzó sus alas en el cielo obedeciendo, pasó sobre las personas que protestaban amargamente - Dracarys.

Vhagar escupió fuego sobre cientos de servidores protestantes de Rhaenyra y luego ambos se dirigieron a Desembarco del Rey esperando llegar antes de que sea demasiado tarde.

Cuando Aegon y Heleana llegaron a Dragon Pit, fueron recibidos por la guardia real, los dragones gruñeron amenazadoramente haciendo que los hombres retrocedieran.

- Por orden de la reina Rhaenyra Targaryen, deben acompañarnos - dijo Ser Errik.

Aegon aturdido miró a su esposa y luego al guardia - ¿Dónde está mi hermano?

Los guardias no respondieron y desenvainaron sus espadas.

- La danza solo se postergó, nunca se evitó - dijo Heleana aferrándose a su hijo Jaehaerys temiendo que se lo quitaran.

- Soves Sunfyre - dijo Aegon cuando vio el miedo en su esposa, los guardias cada vez llegaron a Dragón Pit, algo no andaba bien.

- Soves Dreamfyre - dijo Heleana y la dragona siguió a Sunfyre por los cielos alejándose de Desembarco del Rey.

Ambos pasaron por sobre la Fortaleza Roja y vieron que el lugar habitual de Vhagar estaba vacío, en su lugar estaba Syrax y Vermax quienes no les prestaron atención.

- Le han hecho algo a Aemond, hay que alejarnos hasta que sepamos lo que ocurre - le gritó a Heleana para que pudiese escuchar y ella asintió sin dejar de aferrarse a su hijo.

Aegon de igual forma protegió a su pequeña Jaehaera con temor que algún dragón los siguiera, pero nadie los siguió y se resguardaron en Monte dragón, sabían que era peligroso por los dragones sin jinete y salvajes pero era el único lugar donde nadie buscaría.

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Vhagar voló sobre Dragonstone pero parecía estar totalmente en penumbras, ni un alma caminaba por ahí, no había ningún dragón a la vista pero cuando estuvo a punto de dejar la isla, Aemond escuchó un chillido bastante familiar y dirigió a su dragón a uno de las montañas cercanas a Dragonstone, ahí estaban Sunfyre y Dreamfyre, Aemond frunció el ceño ¿que hacían en Monte dragón? Se suponía que habían ido a una de las ciudades libres.

Vhagar decendió aplastando algunos árboles a su paso y Aemond se bajó de inmediato con la espada desenvainada en su mano por si sus hermanos eran prisioneros.

- ¡Aemond! - Heleana se tiró a sus brazos llorando - Creí que te había ocurrido algo.

- ¿Que hacen aquí? - Preguntó aturdido guardando su espada y devolviéndole el abrazo a su hermana.

- Cuando llegamos a Dragon Pit los guardias nos acorralaron y ordenaron que fuéramos con la reina, Rhaenyra...

Aemond suspiró pesadamente - Me traicionaron, pero no moriré hasta ver a Rhaenyra muerta. Heleana necesito que vayas a buscar a Daeron y Tessarion, los necesitamos.

Heleana asintió - ¿Dónde quedarán mis hijos? No quiero que mueran en ésta guerra.

- Llévalos contigo, déjalos con alguien a quien Daeron confíe y luego volveremos con ellos, si no volvemos, me aseguraré que el pequeño Aegon los traiga de vuelta.

Heleana asintió dudando - Me tengo que ir hermanos, no hay tiempo que perder. - Ella tomó a los dos niños, los subió a Dreamfyre y pronto emprendió vuelo lejos de Dragonstone.

- Sólo tenemos a Sunfyre, Dreamfyre, Vhagar y Tessarion - dijo Aegon rodando los ojos - Es imposible ganar, ellos tienen a Syrax, Vermax, Caraxes y Meleys, dragones adultos y fuertes.

- Bruma, Vermithor, Cannibal, Sheepstealer, Grayghost y Silverwing viven en Monte dragón, ninguno permitirá que ellos destruyan su hogar.

- Si hermano, pero ellos querrán más dragones, Lucerys no tiene uno y cuando lo hagan vendrán aquí por ellos. - dijo Aegon.

- Lo sé, ahí atacamos nosotros - dijo Aemond encogiéndose se hombros. - Verminthor no dejaría que nada le pase a Vhagar, son muy unidos ahora.

Aegon suspiró - Estamos en guerra, la guerra que quisimos evitar.

Tal como Aegon había dicho, al siguiente día por la noche un dragón aterrizó lejos de Dragonstone, a los pies de Monte dragón, era Vermax y llevaba a Jacaerys y Lucerys. Aemond supuso que era para que el menor reclamara un dragón pero Aemond tenía un plan.

- Sobrinos... que sorpresa - dijo Aegon, tras él Sunfyre rugió.

En el cielo, un dragón negro se alzaba volando libremente sin jinete, Aemond sonrió, todo iba deacuerdo al plan.

- Lord Strong, es gracioso que te salvara la vida y ahora yo mismo te mataré - Aemond desenvaionó su espada.

Lucerys tembló.

Jacaerys se interpuso en su camino. - Rindete Aemond, ya no te queda nada.

- Al contrario, sobrino... Mis tropas están llendo a Kings Landing justo ahora - Aemond sonrió feliz - En cuanto a tu familia, será ejecutada por traición, usurparon mi trono.

- Tú y tú familia son los únicos usurpadores - Jacaerys gritó.

- Ciertamente no, solo ayer todos se declararon leales a mi y a mi heredero, esto que están haciendo, es traición sobrino.

Jacaerys se acercó y dio el primero golpe con su espada siendo detenido por Darkfire bloqueando el golpe.

- No digo que se rindan, sobrino. Porque ya no habrá perdón para ustedes - Dijo Aemond suficientemente alto para que ambos Velaryon escucharan.

Lucerys atacó y fue retenido por Aegon con demasiada facilidad.

- Quieto - Aegon le susurró al oído desarmando al menor.

Aegon manipuló algunas cuerdas y las amarró en las manos de Lucerys. Vermax chillaba mientras intentaba golpear con su cola. - Sunfyre - Aegon dijo y el dragón de inmediato detuvo al dragón más pequeño contra la arena mordiendo su cuello haciéndolo sangrar rápidamente.

- Tengo a tu dragón y a tu hermano - Dijo Aemond y golpeó con fuerza a Jacaerys derribandolo al suelo. Pateó su costado y lo alejó de su espada. - ¿No debieron aprender algo de Ser Harwin Strong?, Porque son terribles con la espada.

- Estúpido de Rhaenyra para enviar a dos niños solos sin que puedan defenderse - Aegon se burló haciendo que Lucerys cayera de rodillas a la arena.

Aemond tomó el cabello de Jacaerys y lo golpeó en el rostro derramado sangre de su nariz y labio partido, por un momento quedó aturdido y Aemond aprobechó tomando las cuerdas y de igual forma lo amarró para que no puedese hacer más, lo empujó hasta su hermano y golpeó de nuevo para que se arrodillara a lado de Lucerys.

Aemond se permitió mirar a Lucerys por primera vez desde que habían llegado a la isla y sonrió - Tienes el mismo rostro de puta que Rhaenyra. Quizás te abría tomado a ti en vez de a Daemon, seguro abrías abierto las piernas mucho más rápido.

Lucerys se quejó cuando las uñas se cernieron contra su barbilla lastimandolo. Con su dedo pulgar acarició suavemente su mentón y luego se retiró como si su piel quemara.

- Yo no quería esto, les di todo para que vivieran una vida llena de lujos y placeres dignos de príncipes y princesas - Aemond envainó su espada. - Me traicionaron y su castigo será la muerte.

Ambos Velaryon temblaron sabiendo que sería su fin.

- Sunfyre. Dracarys - dijo Aegon.

El dragón dorado escupió fue sobre sus cuerpos y pronto los cuerpos quedaron completamente quemados y sin vida, el dragón aún estaba moribuendo desde hace minutos mientras se desangraba por la enorme mordida en su cuello, no pudiendo salvar a su jinete.

Un fuerte rugido se escuchó en los cielos y el batir de las alas mucho más cerca.

- Hay que irnos, es el turno de Cannibal de hacer su parte - dijo Aemond. Aegon le tendió la mano y ambos montaron al dragón dorado escapando de la escena.

Cannibal aterrizó en la arena cerca de los cuerpos cocinados, rugió gustoso y quemó al dragón terminando con su vida, luego comenzó a comer su cena gustosamente.

Al día siguiente, una de las pocas personas que aún residía en Dragonstone envío un cuervo a Rhaenyra para decir que habían encontrado los cuerpos de sus hijos medio quemados y Vermax hecho pedazos, aún eran un reconocibles ya que el dragón no había quemado por completo su carne y no se los había comido, solo el dragón había sido su cena, todo se lo atribuyeron a Cannibal ya que por la noche pudieron visualizar desde Dragonstone como el dragón bajaba a la playa.

Rhaenyra estaba de luto y fue perfecto para atacar Kings Landing, las tropas de Invernalia y Harrenhal se abrieron paso hasta la capital y el derramamiento de sangre comenzó, hombres contra hombres, espada contra espada.

- ¡Él mató a mis hijos! - chilló Rhaenyra histérica mientras lloraba.

- Fue Cannibal ¡Sabes que ese dragón vive ahí y aun les permitiste ir! - dijo Daemon mientras apretaba la empuñadura se Darksister, una manía que había adquirido con los años cuando estaba molesto. - Ahora están muertos y la guerra sobre nosotros.

- Las tropas de Cregan están atacando nuestra ciudad mientras discutimos, nos ha traicionado ¡el norte nos traicionó! - dijo enterrando sus uñas en su vestido. - ¿Cómo no pudiste saber que era deboto a Aemond?

- Aemond no compartía eso conmigo - dijo Daemon frunciendo el ceño. - No era de mi interés saber con quién o no se acostaba.

- Ahora tenemos a todo el norte en nuestra contra - Rhaenyra lo señaló molesta.

- Madre... Los aldeanos han entrado a Dragont Pint, están destruyendo los huevos y todo. - dijo Joffrey entrando corriendo.

- Syrax... - Rhaenyra corrió hasta la puerta.

- Caraxes - dijo Daemon siguiéndola.

Los dragones eran grandes, fuerte y casi invencibles pero estaban atados por orden de Rhaenyra, ella los había devuelto a los confines de las cuevas, de nuevo y ahora estaban a punto de ser masacrados por grandes masas de personas.

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Daemon, Rhaenyra y Rhaenys lograron sacar a sus dragones a tiempo, lastimosamente no pudieron salvar los huevos de las recientes nidadas, fueron los primeros en caer ante los hombres. Borrasca, Shrykos y Morghul escaparon, los dos pequeños dragones de Jaehaera y Jaehaerys siguieron el llamado de sus jinetes y en cuanto las cadenas fueron quitadas de sus cuellos, alzaron sus alas y volaron en dirección al sur mientras que Borrasca voló hasta el joven Aegon, su jinete.

- Siguelos, tráeme a los hijos de Aegon - Ordenó Rhaenyra - Los dragones sabrán dónde están, quiero a Jaehaerys muerto y a Jaehaera viva para mi hijo Aegon.

Daemon la miró por un momento tratando de descubrir que no estaba hablando enserio, pero Rhaenyra estaba decidida.

- Si, mi reina - dijo y luego se fue en busca de Caraxes, Aemond nunca se lo perdonaría.

Mientras que en Monte dragón, horas más tarde cuando el sol estaba sobre sus cabezas, Heleana volvió junto a Daeron y sus dragones, los niños ya no estaban a la vista.

- Hermanos - dijo Daeron lanzándose a los brazos de sus hermanos mayores. - ¿Qué mierda está pasando aquí?

- Guerra hermano, te necesitamos para ir a la guerra en Desembarco del Rey - dijo Aemond.

Daeron asintió inmediatamente - Por supuesto, estoy de su lado siempre... ¿Y madre y abuelo?

- Muertos por traición - dijo Aegon.

Daeron hizo una mueca pero no dijo nada al respecto.

- Necesitamos marchar a Desembarco del Rey lo más pronto posible, Heleana necesito que vayas por Aegon y Viserys, diles que yo lo esperaré en Dragonstone así que los traes aquí, cuando vuelvas un grupo de guardias te estarán cuidando aquí.

Heleana asintió a su hermano menor.

- Aegon tu te quedarás aquí a esperar que vuelva mi hermana y defenderán a Dragonstone, será nuestra fortaleza, pronto llegarán los refuerzos para ti.

Aegon asintió gustoso, no estaría en el campo de batalla.

- Daeron, tú iras y ayudarás a las tropas fuera de Desembarco del Rey a que se abran paso más fácilmente hasta la capital.

Daeron asintió.

- Yo llegaré directamente hasta el castillo. - Finalizó Aemond.

- No puedes enfretarte a todos los dragones juntos, es un suicidio, Vhagar puede ser grande pero ellos ganan en agilidad - dijo Daeron.

- Estaré bien, mantendré a Vhagar a salvo, preferiría morir antes que ella - dijo Aemond.

Un chillido se escuchó en el cielo, el cuerpo largo y rojo salió de las nubes, frente a él íban dos dragones pequeños volando sin mirar atrás. Caraxes mantuvo la distancia entre ellos sin representar peligro.

- ¿Esos son Shrykos y Morghul? - Aegon entrecerró los ojos.

- Suban a sus dragones, Daemon los está siguiendo porque los dragones van hacia sus jinetes, quieren a los niños - dijo Aemond.

Heleana jadeó horrorizada, sus hijos no podían morir.

Todos subieron a sus dragones y se alzaron en vuelo, Daemon dejó de prestar atención a los dragones pequeños y miró hacia atrás dónde estaban cuatro dragones tras él. No tuvo que comunicar a su dragón, Caraxes se detuvo y volteó para enfrentar a los dragones enemigos.

Vhagar rugió e hizo chillar a Caraxes.

- No te atrevas Daemon - dijo Aemond - Se lo que haces, si eso pasa, te juro que mataré a cada uno de tu familia.

Daemon sonrió - Te miras bien, esposo... Si me disculpas, tengo que terminar con lo que mi reina me a ordenado.

- Vayan a sus misiones, yo me encargo de él - dijo Aemond.

Sus hermanos flaquearon por un momento, pero asintieron deacuerdo, sus dragones giraron y se alejaron hasta sus misiones.

- Aemond, aunque me guste verte, tengo una misión... - dijo Daemon.

- No iras, se lo que tramas, Jaehaerys y Jaehaera son hijos de mis hermanos y eso los matará.

Daemon sonrió - Ese es el plan ¿no?

- Daemon, por favor, y-yo te puedo perdonar, vuelve conmigo - Aemond dijo sintiendo un nudo en su pecho, como lo extrañaba.

Daemon sonrió más - Eres patético Aemond, luego de todo esto, tu estúpido corazón me sigue amando. La guerra ya está perdida para ti, sobrino. Pero te daré esto, porque has sido un buen esposo, pero no creas que no pelearé al lado de Rhaenyra. - dijo Daemon y luego Caraxes voló por dónde vino, de regreso a Desembarco del Rey.

Aemond suspiró retomando su compostura. A la mierda el amor, Daemon no lo amó ni lo amará nunca, estaba dispuesto a enterra sus sentimientos a partir de ahora o tal vez no, pero el mayor no tiene por que saberlo ¿no? Están en guerra.

- Dile a Rhaenyra que tendré su cabeza por esto. - dijo Aemond.

Daemon sonrió - Sobre mi cadáver.

- Lo sé, cuando llegue el momento te mataré - dijo Aemond sonriendo.

- ¿Podrías vivir con la muerte de tu esposo? - preguntó Daemon.

Aemond se encogió de hombros.

No, claro que no podría vivir con eso aunque su corazón doliera, sabía que si ganaba esta guerra perdonaría a Daemon por el simple hecho de ser el causante que su corazón se acelere y sus piernas tiemblen, era idiota, si, pero lo amaba, o más bien era su obsesión.

Aemond ordenó a Vhagar volver a Dragonstone, tenía que tomar la isla primero, Daemon volvió por dónde vino así que no iría tras sus sobrinos.

Junto a Aegon, les tomó un día entero vaciar el castillo de los fieles cirvientes de Rhaenyra, al final estaban bañados de sangre y cansados, para Aegon era la primera vez que peleaba en un combate real. No tardaron mucho cuando varios barcos vinieron junto a sus aliados, se instalaron en el castillo y sus alrededores esperando una señal de su Rey, solo bastaban unas cuantas horas cuando podrían a todo Westeros en llamas y haría rodar las cabezas de todos sus enemigos.

Dreamfyre llegó a Dragonstone por la noche, junto a ella estaba Aegon, Viserys y Heleana.

- Rhaenyra viene - dijo Heleana. - Sólo es ella, me persiguió hasta que la perdí. Daemon fue enviado a Harrenhal, está sola.

Aemond sonrió en grande - La esperaremos con ansias.

Su venganza estaba más cerca de lo que esperaba, no pensaba que su media hermana mayor fuera tan estúpida como para volar sola hasta el enemigo, era patético. Tenían dragones y tropas, ella era solo con su dragón.

- Señor, un dragón se aproxima. - dijo un guardia.

Segundos después un fuerte rugido se hizo escuchar y el dragón dorado descendió entre las nuves.

- Heleana cuida de los niños, la llevaré a Monte dragón. Aegon defiende el castillo junto a Sunfyre y Dreamfyre. - Ordenó Aemond.

Ya podía saborear la muerte de Rhaenyra.

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Rhaenyra no dudó en seguir al enorme dragón que se alzó en los cielos, si alguien pudiera saber hacerca de sus hijos era Aemond, sus ojos estaban rojos de las lágrimas derramadas, aún estaba de luto por las muertes de Lucerys y Jacaerys, ahora había perdido a sus dos hijos menores y estaba dispuesta a tomar venganza ahora que Daemon estaba lejos para evitar la muerte del joven Targaryen.

En el fondo sabía que el príncipe Daemon se había enamorado del joven Targaryen, quizás sea por su juventud, su rudeza o su fuerza y audacia, a ella no le importaba en lo más mínimo. Aemond Targaryen era solo un usurpador de tronos, quien robó a su esposo y a sus hijos convirtiéndolos en suyos por derecho. Incluso los niños Aegon y Viserys parecían amar a Aemond en tan poco tiempo, no habían dejado de preguntar por el hombre desde que ella tomó la Fortaleza Roja como suya, eso solo hacía que su odio por su hermanastro menor aumentara cada vez más.

Vhagar voló más lento batiendo sus alas de vez en cuando mientras se mantenía alerta a cualquier golpe del enemigo mientras su jinete hacia lo mismo. Rhaenyra iba tras ellos sin siquiera dirigir a su dragón, Syrax podía sentir su rabia, su miedo y dolor.

- Bienvenida a Dragon Mont - dijo Aemond con burla.

Rhaenyra apretó la mandíbula deseando arrancarle el otro ojo a Aemond.

- Te mataré Hightower - gritó mientras presionaba las cuerdas de Syrax. El veneno estaba en cada una de sus palabras.

- Eso te convertiría en una Kingslayer - gritó por sobre el viento mientras reía.

- ¡Cómo si tu no lo fueses ya! Mataste a tu madre, a tu abuelo, a tus sobrinos! - gritó ella.

Aemond tarareó finalmente llegando dónde quería.

- ¡Dracarys! - gritó Rhaenyra. Syrax rugió y lanzó una llamarada de fuego a la dragona mayor.

Vhagar giró su enorme cuerpo logrando esquivar sus llamas, pero algunas logrando rozar sobre su costado. La dragona rugió haciendo que los pájaros se alborotaran y batieran sus alas lejos de las dragones.

Aemond pudo sentirlo de nuevo, como perdía el control total de Vhagar, sus instintos más primitivos desde la era de Visenya Targaryen se apoderaban de su mente, era únicamente un jinete sin control, de nuevo, la dragona quería la sangre de sus enemigos. Vhagar giró su cuerpo por completo quedando frente a Syrax,

Syrax no retrocedió, unos metros las separaban. Aemond se permitió reir. Syrax era una dragona adulta, nacida junto a Rhaenyra Targaryen, compartían un enorme vínculo que ni siquiera él había logrado compartir con Vhagar. Sin embargo,  Syrax había permanecido en Dragont Pint casi toda su vida, siendo únicamente utilizada para viajes de ocio mientras que Vhagar era muchísimo más mayor, había vivido guerras y vencido a sus enemigos en todas ellas, sus mandíbula eran casi tan grandes como el cuerpo del dragón dorado frente a ella, se había desarrollado en libertad y viajado por el mundo, ella era muerte, fuego y sangre.

Syrax se movió rápidamente hasta Vhagar quien abrió su enome mandíbula y la cerró casi tomando al dragón pero fallando.

A lo lejos, Aemond pudo visualizar a Cannibal esperando entre las sobras de los árboles, quizás su próxima comida, esta vez una más grande. Vaghar le daría a Syrax.

- Me pregunto que dirá Daemon cuando encuentre los restos de ti justo dónde estaban tus bastardos - gritó Aemond.

- ¡Tu los mataste! ¡Asesino de parientes! - gritó la mujer con lágrimas en sus ojos.

Aemond sonrió, quería hacerla sufrir como ella lo hizo, la destruiría por dentro y luego por fuera.

- Lo hice y lo haría una y otra vez si pudiera - gritó riendo. - Los bastardos Strong sirvieron de alimento para dragón.

Rhaenyra pareció dudar por un momento abriendo mucho sus ojos mientras las lágrimas caían por sus mejillas, Syrax también se desconcertó por los repentinos sentimientos abrumadores de su jinete y dejó de intentar enrollarse en el cuerpo de Vhagar por un momento, un pequeño momento bastó para que la cola de Syrax fuera mordida y tomada por Vhagar, el chillido que escapó de ella hizo que Rhaenyra volviera a la realidad, demasiado tarde.

Vhagar balanceó su cuerpo sin cuidado alguno desorientando a Syrax, Aemond se sostuvo fuerte, ya se había acostumbrado a los movimientos bruscos de su dragón por lo que se le hizo fácil no caer en el intento. En cambio Rhaenyra colgaba de las cadenas que la unían a su montura, un gritó resonó desde su lugar mientras trataba de aferrarse a su dragón. Vhagar rasgó el estómago de Syrax, la sangre no tardó en brotar junto a los lamentos de la dragona dorada.

- Suelta - dijo Aemond. 

Vhagar para su consternación, obedeció soltando a Syrax quién no pudo abrir sus alas y cayó en picada directo a la playa estrellándose en la arena, aplastando en el proceso a su jinete.

Cannibal decidió finalmente hacer su aparición extendiendo sus alas negras como el carbón por los cielos rugiendo en advertencia que nadie se acercara a su comida.

- Vamos, Vhagar - dijo Aemond dándo pequeños toques a las escamas de la dragona.

Quizás Rhaenyra estuviese muerta, era imposible que sobreviviera a esa caída y ser aplastada por un dragón. Pero sus tropas seguían al frente, luchando por ella, su muerte no terminó la guerra, sólo la hizo más dura, las órdenes fueron dadas y tenían que cumplirse.

Porque nadie podía evitar la danza de los dragones.

Cuando Aemond volvió a Dragonstone fue recibido por Aegon y Heleana  - ¿Que a pasado?

- Está muerta, Rhaenyra está muerta - dijo Aemond con frialdad. - Syrax la aplastó cuando Vhagar la dejó caer.

- Esto es motivo de celebración, hermano - dijo Aegon sonriente -  Rhaenyra Targaryen muerta por su propio dragón, esto pasará a la historia.

- No hay momento para celebrar, hermano. Partiré hasta Desembarco del Rey ahora mismo. - Aemond suspiró.

- Iré contigo - dijo Aegon.

- No, quédate aquí y cuida de nuestra hermana y sus niños - ordenó Aemond.

De mala gana Aegon asintió y Aemond finalmente partió a Desembarco del Rey para poder tomar lo suyo.

Cuando Aemond aterrizó lejos de Desembarco del Rey, Vhagar se acomodó entre los árboles y montañas pasando desapercibida por su coloración y grandeza, se deslizó en la tierra y cerró sus ojos permitiéndose descansar antes de la llamada de su jinete, había sido un día agotador, no había peleado en años.

- Espérame aquí, volveré cuando sea seguro - le dijo Aemond a la dragona que resopló con disgusto sin ni siquiera abrir los ojos.

Aemond bufó, siempre ella era así de indiferente con él, aunque en el fondo,  ella siempre llegaba a él cuando la necesitaba. Corrió hasta las afueras del castillo en dónde se encontró a Caraxes descansando. Oh no, Daemon había vuelto. El dragón se crispó abriendo su mandíbula mientras chillaba y su largo cuello se movía tal como una serpiente.

- Miren a quién tenemos aquí  - dijo Daemon burlonamente  - Creí que no volverías por aquí, sobrino.

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Aemond se tensó visiblemente tomando su espada, apuntó directo a su tío.

- Baja el arma, niño - dijo Daemon, el mismo tocando a Darksister - Estás en las tierras del enemigo y vienes... solo, creí que eras más inteligente que esto, Aemond.

Aemond lo miró con los labios en una sola línea, pensando en como demonios saldría de esto. No contaba con la presencia de Daemon.

- Baja la espada, Aemond - Daemon dijo con dureza.

Aemond bajó lentamente la espada con la barbilla en alto.

- Dámela - Ordenó. Caraxes gruñó en advertencia tras su jinete.

Aemond tiró su espada a los pies de Daemon

- Buen chico - dijo Daemon tomando a Darkfire alejándola del menor.

La sangre de Aemond hirvió de ira, no era un perro al que felicitar.

Daemon se acercó un poco lentamente temiendo que el menor saltara sobre el en cualquier momento, pero no lo hizo. Aemond se quedó quieto mirando al frente, luciendo orgulloso y altanero como siempre. Daemon caminó hasta atrás y de un rodillazo lo hizo caer en sus rodillas al suelo.

- ¿Sabes que tu amante está tomando la ciudad por ti? - dijo Daemon acariciando su cabello suavemente.

- A diferencia de ti, yo nunca he faltado a nuestro matrimonio - dijo Aemond por primera vez.

Daemon tarareó con diversión, lo tomó fuerte de los hombros y lo empujó a ponerse de pie, luego a empujones lo hizo caminar hasta dentro del castillo, Aemond no protestó, lo llevaba justo dónde quería.

- Te quedarás aquí hasta que la reina decida que hacer contigo - dijo Daemon.

Aemond casi se burla, casi.

Daemon lo empujó dentro de una habitación, hasta que pudo notar que eran sus antiguos aposentos.

Daemon cerró la puerta de un golpe y ambos se quedaron en silencio. Aemond se giró para mirar al mayor quien estaba de brazos cruzados sin parecer amenazante.

Aemond suspiró y caminó hasta la cama dejándose caer en ella, no lo admitiría en voz alta, pero el cuerpo le dolía como el infierno, necesitaba de una buena siesta luego de no poder dormir bien durante estos últimos días, la última vez que durmió bien fue irónicamente en los brazos de Daemon.

- ¿A que has venido aquí? - preguntó Daemon.

- A tomar el trono de hierro ¿no es obvio? - dijo Aemond con burla.

Daemon se rió. - Ya es de Rhaenyra, niño.

Aemond tarareó con una sonrisa tirando de sus labios. - ¿Y dónde está esa reina si se puede saber?

Daemon dejó de sonreír, en realidad no lo sabía, había vuelto hace poco, justo cuando encontró a Aemond y Rhaenyra junto a su dragón no estaban a la vista, tampoco había visto a sus dos hijos, pero los niños estaban siempre con las chicas que los cuidan así que no se preocupó.

Daemon se encogió de hombros.

- Volverá pronto - dijo Simplemente.

- ¿Sigue llorando la muerte de los bastardos? - preguntó con burla - Escuché que Cannibal se dio un buen festín con sus cuerpos y su dragón.

La mandíbula de Daemon se apretó con furia, caminó hasta Aemond y lo tomó fuertemente de la barbilla lastimandolo - No hables así de ellos.

Aemond aprovechó la cercanía para tomar la daga que escondía en su bota y golpearlo con el mangillo justo en la cabeza, Daemon se tambaleó y cayó inconsciente en el suelo.

Quizás golpeó con mucha más fuerza de la necesaria.

- Eres tan predecible, Daemon. Tocan a los bastardos y pierdes la razón - dijo Aemond mirando el cuerpo inconsciente de su tío.

Arrastró el cuerpo inconsciente hasta poder dejarlo en la cama, buscó algunas cuerdas en su viejo armario y cuando finalmente las tuvo, amarró sus manos a la cabecera de la cama, asegurandose de hacer un buen nudo. Luego mandaría a hacer cadenas para detenerlo mientras arregla toda la mierda que provocaron.

Se cambio de ropa por una limpia y se sentó a esperar a que el mayor despertara, había asegurado la puerta además que los guardias anteriormente habían sido advertidos de dejarlos solos. Aprovechó para poder escribir una carta a Lord Cregan Stark y a Aegon para poder avanzar hasta Desembarco del Rey. Se las arregló para encontrar dos cuervos y rápidamente volvió a su mismo lugar para esperar a que el mayor despertara.

Pasaron dos horas cuando Daemon se movió finalmente enfocando su mirada violeta en Aemond, aún aturdido.

- Ya era hora que despertaras, por un momento creí que el golpe te había matado - Aemond sonrió con burla.

- Liberame - dijo Daemon tirando de las cuerdas.

- No - dijo Aemond.

- Cuando Rhaenyra vuelva...

- Rhaenyra está muerta - dijo Aemond fríamente. - Lucerys y Jacaerys, están muertos, Aegon y Viserys ni si quiera quieren verte... dime tío ¿Quién me va a impedir que te retenga?

- Ella no está muerta.... ellos no. - dijo Daemon con la mandíbula apretada.

- Yo mismo me cerciórese de que lo estuviera, fue comida de Cannibal al igual que sus bastardos y dragones - dijo Aemond. Se levantó de su silla y se acercó más para susurrarle - Disfrute matándolos.

Daemon se abalanzó sobre él pero fue retenido por sus cuerdas.

Aemond sonrió. - Si me permites, tengo que tomar mi lugar de nuevo. No te irás de aquí Daemon, a menos que mueras.

- ¿Cómo murió? - preguntó sin expresión alguna en su rostro.

Aemond sonrió - Muerta por su propio dragón, aplastada por su estupidez. Era una horrible jinete, una vergüenza para la sangre Valyria al igual que sus bastardos.

- Mi hija... - dijo Daemon.

- Oh ¿ella estaba embarazada? - Aemond preguntó, su ojo se abrió en asombro luego se oscureció por completo. - Creo que mi hermana le gustaba tener bastardos ¿no? Es una pena que no me haya enterado más antes, le abría hecho sufrir más, habría arrancado tu semilla de su vientre mientras gritaba y se desangraba por mi mano.

Con esas palabras, Aemond se fue fuera de sus aposentos dándo un fuerte portazo dejando atado a Daemon a la cama. Daemon se quedó mirando un punto fijo en específico, ni siquiera estaba tratando de liberarse. Sus ojos morados estaban al frente, su respiración era pausada y el dolor de cabeza se hacía cada vez más soportable.

En el poco tiempo que había conocido a Aemond (o al menos había convivido con él porque realmente no se dió el lujo para conocerlo más) había notado y sabido diferenciar cuando mentía y cuando no, para su consternación, Aemond está vez no mentía, Rhaenyra estaba muerta. Muerta por su mano o las mandíbulas de su dragón o por Cannibal o por Syrax. No importaba como murió, pero Rhaenyra estaba muerta.

¿Que iba a pasar ahora?

Rhaenyra muerta. Aemond no tenía con quién luchar por una corona que por ende era suya.

Todos volverían a doblar su rodilla ante Aemond a menos que quieran morir incinerados por el fuego del dragón.

Aemond no perdona, mató a su propia madre por prohibirle casarse con él. ¿Qué destino le esperaba a él quien había sido infiel, embarazado a su amante y ayudado a que ella tuviese la corona? La muerte sonaba dulce ahora, no. Aemond lo haría sufrir y desear la muerte como si fuese la última gota de agua en un desierto. Lo haría anhelar estar muerto, de eso estaba seguro.

Porque hay peores destinos que la muerte.

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Aemond volvió al anochecer con la ropa sucia llena de sangre y su cabello lleno de cenizas, tras él estaba Criston Cole y Ser Arrik.

- Llevenlo a nuestros aposentos reales - dijo Aemond.

Ambos hombres obedecieron y soltaron sus muñecas. Daemon realmente quería golpearlos y salir corriendo ¿pero de que servía? Probablemente fuera estaba lleno de guardias que servían a Aemond y no estaba armado, lo atraparían antes de llegar a Caraxes.

Fue arrastrado hasta sus aposentos reales y tras ellos iba Aemond, lucía pensativo mientras jugueteaba con la daga en su mano.

Daemon no se sorprendió cuando encontró una larga cadena en la habitación, sujeta a la pared. Sería imposible sacar eso de su mano, fue encadenado a la pared en cuanto se le permitió limpiarse y hacer todas sus necesidades.

Aemond en cambio se dio un baño y se colocó una nueva muda, toda pulcra como siempre. Daemon lo miró todo el tiempo mientras él menor rebuscaba entre sus cosas y luego ataba su cabello en una media coleta.

- ¿Pensarás tenerme aquí toda la vida? - Daemon dijo.

Aemond suspiró pesadamente.  - Tengo otros planes para ti.

Daemon lo miró con odio retenido. - ¿Me matarás como a Rhaenyra?

Una sonrisa se dibujo en los labios de Aemond irritando más a Daemon. - Para ti, la muerte es un regalo ahora, esposo. Para mala suerte tuya, no me siento un Rey misericordioso ahora.

Daemon se mantuvo en silencio.

- Tengo otros usos que puedo darle a tu cuerpo a parte de ser comida para mi dragón - Aemond se sentó en su cama mirando al mayor encadenado.

Daemon bufó molesto.

Un tintineo se escuchó cuando desenvaionó la daga que siempre colgaba de su cintura, tan afilda y con piedras preciosas incrustadas en el mangillo. Aemond admiró el filo de la daga a la luz de las velas brillando, se acercó hasta cortar la tela que cubría el pecho y torso de Daemon dejándolo expuesto. La camisa quedó bajo suyo hecha pedazos pero Daemon no se inmutó.

Aemond rozó la llema de sus dedos trazando las pequeñas cicatrices de batalla que decoraban la piel blanca de Daemon, aún con todas aquellas marcas Aemond lo encontró hermoso.

Daemon se relajó ante su toque.

Los ojos de Aemond brillaron con picardía mientras volvía a tomar la daga en su mano y trazaba la piel lo suficientemente suave para no cortar, la frialdad de la hoja contra su piel hizo estremecer al mayor bajo el toque.

Daemon gimió apretando su mandíbula cuando Aemond hundió la daga sobre su piel finalmente cortando, arrastró por su piel el filo de la daga deleitandose con el color escarlata de su sangre que aparecía cuando cortaba una nueva línea.

- Se sintió bien llevarte - susurró Aemond con los ojos fijos en su sangre - Ahora sentirás lo que es llevarme.

- No - dijo de inmediato Daemon sabiendo perfectamente a lo que se refería.

Aemond se permitió elevar la mirada para poder verlo a los ojos y sonrió - No te estoy pidiendo permiso, querido esposo.

- No.... - volvió a repetir molesto luchando por no gemir de dolor.

Aemond tarareó y clavó de nuevo la cuchilla en su pecho ensangrentado.  - Es tu deber como mi consorte dejarme tomarte cada que quiera.

- No soy una jodida mujer...

- ¿Y yo si? Me tomaste como a una y es tu turno ahora.

Aemond enterró sus dedos con sus uñas cortas en el pecho ensangrentado de Daemon, esta vez el mayor gimió adolorido cerrando sus ojos. Aemond sonrió y se limpió los dedos ensangrentados en la camisa deshecha a su lado.

- Lo siento...

- ¿Lo sientes? ¿Es lo único que dirás luego de lo que me hiciste? - Gruñó tomándolo de la mandíbula lo suficientemente fuerte para lastimar.

- Lo siento por todo, realmente lo hago.

Aemond se burló enterrando sus uñas en la piel - No juegues conmigo Daemon. Lo único que te mantiene con vida soy yo, en algún momento te mataré, te lo prometí y pienso cumplirlo.

- Realmente siento haberte engañado con Rhaenyra, dejarla embarazada, ayudarla a la conquista, seguir sus órdenes todo el tiempo.

- Cierra la boca, Daemon. - Aemond se alejó bruscamente como si tocar su piel quemara.

- Pero todo el tiempo que pasé contigo realmente me hizo replantearme las cosas, eres un buen rey, un buen esposo y estoy seguro que no te merezco, pero aquí estás conmigo, de nuevo.

Aemond suspiró desviando la mirada lejos de Daemon.

- Te amo - dijo Daemon.

Aemond se congeló por un segundo, hace tiempo deseaba haber escuchado estas palabras, las abría creído ciegamente, las anhelaba, era lo que más deseaba.

Su rostro se endureció. - Haré que un maestre revise tus heridas.

Aemond se levantó sin mirarlo y volvió a enfundar la daga y se colocó el parche en el ojo dispuesto a irse lo antes posible.

- Admite que me amas, de lo contrario me habrías matado hace mucho tiempo - dijo Daemon. - No estarías aquí conmigo, me amas.

Aemond lo miró y bufó molesto, giró sobre sus talones y finalmente dejó la habitación con un fuerte portazo.

Sus fuertes pasos resonaron por el pasillo hasta finalmente desaparecer. Fue de inmediato a visitar a Maestre para que fuese a revisar las heridas no tan graves que le había hecho a Daemon luego decidió ir por algo de aire, se sentía acalorado y necesitaba aclarar su mente.

Aemond se encontró con Cregan Stark al salir de la Fortaleza Roja, estaba en uno de los enormes jardines descansando bajo la luz de la luna mientras bebía algo de vino.

- No lo mataste ¿verdad? - preguntó Cregan cuando Aemond se dejó caer a su lado.

- No - dijo simplemente.

Cregan suspiró. - No puedes volver a darle el poder que tenía, no es de confianza.

- Lo sé  - dijo Aemond mirando el cielo. - Pero no puedo matarlo, no puedo vivir sin él.

- Lo amas - Afirmó Cregan.

- Lo amo - dijo Aemond suspirando - No se que hacer con él.

- Puedes quedartelo, a nadie le importaría si el Rey tiene algo con que divertirse ¿no? Pero no puede volver a ser Rey consorte. Las casas, los Lords y tus aliados no lo aceptarían.

Aemond lo miró frunciendo el ceño.

- Daemon Targaryen es una deshora para ti, te traicionó de todas las formas posibles - Stark recalcó - Su castigo sería la muerte, estás siendo amable con él con el hecho de que siga vivo.

- ¿Que tratas de insinúar?

- Necesitas un nuevo consorte, un Rey o Reina, no importa pero Daemon no.

- Daemon no volverá a tener el poder que tenía sobre mi y todos - dijo Aemond suspirando derrotado.

- También necesitas una mano, ahora que lo pienso - Cregan dijo.

- Puedes ser mi mano, eres bueno en saber que cosas harán bien a mi y al reino - dijo Aemond.

Cregan sonrió - Estaría encantado. Pero solo hasta que todo este desorden termine, luego volveré a Winterfell.

Aemond sonrió - Deacuerdo, mi Lord Mano.

Cregan rodó los ojos - Pondremos orden en todo Westeros.

Cregan le ofreció un poco de vino y Aemond aceptó gustoso, luego ambos siguieron charlando sobre los cambios que harán para todos en los siete reinos.

Chapter Text

Al siguiente día, Aemond volvió a la habitación que compartía con Daemon, vaciló un poco entre quitar las cadenas o no, de todas formas Daemon no podía escapar de la seguridad de la Fortaleza Roja.

Daemon lo miró con aburrimiento.

- No intentes nada estúpido, haya afuera no tienes a nadie que te espere - dijo Aemond mientras quitaba las cadenas.

- ¿Y Caraxes? - preguntó.

- Con Vhagar, recuerda que así como nosotros nos casamos ellos también se han unido en un vínculo como sus jinetes ante los dioses de la antigua Valyria.

Daemon bufó, a veces se le escapaba ese detalle.

- ¿Dónde estuviste ayer? - preguntó Daemon cuando finalmente estuvo libre de ataduras.

- No es de tu interés - dijo Aemond de inmediato.

- Todo lo que pase con mi esposo es de mi interés - dijo Daemon frotándose las muñecas doloridas.

Aemond apretó los puños molesto.

- ¿Estuviste con tu amante del norte? - Daemon reprochó.

- Cregan no es mi amante, creí que te había aclarado que no he faltado a nuestro matrimonio.

Daemon frunció el ceño - ¿Que me hace pensar que no te seguiste acostando con él luego de que nos casaramos?

- No soy tú, Daemon. Eres el menos indicado para hablarme de fidelidad.

Daemon bufó.

- Ser Criston y Ser Arrik te acompañaran siempre, puedes ir donde quieras siempre y cuando sea dentro de La Fortaleza Roja y acompañado de alguno de ellos.

Daemon rodó los ojos.

- Estoy dándote libertades que no tendrías derecho. Además no pienses escaparte por los pasadizos secretos, los tengo todos cubiertos - Aemond dijo mientras cepillaba su cabello.

Daemon se acercó a la enorme ventana y la abrió para poder salir a la terraza. Miró el cielo y allí estaba un dragón que se suponía que estaría lejos.

- ¿Que hace Vermithor aquí?

- Creo que tiene un extraño enamoramiento con Vhagar y la a seguido desde Dragont Mont.

Daemon volvió a bufar - Genial. Otro triángulo amoroso.

Aemond lo miró con el ceño fruncido pensando que aquel hombre finalmente había sucumbido a la locura. Luego lo ignoró.

- Iré a Dragonstone, estarás vigilado, recuerdalo, todo se me será informado, no hagas cosas estúpidas que te hagan volver a encadenar - dijo Aemond.

- Bien. ¿Quién quedará a cargo contigo fuera?

- Lord Cregan Stark.

Aemond pudo jurar que Daemon se puso rojo y hubo un tic en su ojo derecho.

- Ni pienses que serás Regente de nuevo, Daemon. - dijo el menor mirándolo molesto. - Lord Cregan es mi mano ahora, es su deber ser mi Regente.

- Le diste el título que le otorgas a quien te jode - Daemon reprochó con veneno en sus palabras.

- Detente Daemon, respetarás mis decisiones. A menos que quieras ser destituido de todos tus títulos.

- Idea de Cregan, me imagino. - dijo Daemon.

- Si fuese su idea, ahora mismo estarías en el estómago de Vhagar. - dijo Aemond.

- Y no lo haces porque me amas y no puedes vivir sin mi.

Aemond lo ignoró de nuevo y se preparó para volar a Dragonstone.

- Aemond...

- No tendremos esta conversación - Finalizó Aemond huyendo de sus aposentos, de nuevo. No estaba listo para enfrentar de nuevo esa situación.

Cuando Aemond se fue, Daemon se preparó para su día, realmente creía que Aemond lo haría sufrir más, aunque estaba confinado a este castillo, claramente a su merced, no sabía cuándo tendría de nuevo uno de sus ataques posesivos sobre marcar su piel y follarlo, así que se mantendría ocupado en lo que fuese aunque los seguidores de Aemond estuviesen sobre él todo el tiempo.

Cuando estuvo listo, abrió las enormes puertas y efectivamente Ser Criston y Ser Arrik estaban fuera de sus puertas.

- Quiero ver al Regente Lord Cregan Stark. - Declaró.

Ser Criston dudó por un momento pero claramente la única orden que había recibido fue que no dejaran que el hombre escapara o fuera sin supervisión por la Fortaleza Roja, así que asintió. - Siganos, mi príncipe.

Daemon no pasó desapercibida la manera en la que fue llamado, de "Rey" pasó a "Príncipe" de nuevo, eso lo enfureció y hablaría con Aemond cuando volviera.

Cuando finalmente llegaron, Lord Stark estaba en una sala llena de papeles, el hombre mayor estaba sentado en el centro de todo.

- Príncipe Daemon Targaryen, mi Lord Mano.

Cregan levantó la mirada de los papeles y miró a Daemon. - Dejanos.

Ser Criston y Ser Arrik los dejaron solos de inmediato.

- Así que ahora eres Lord Mano del Rey, además de su Regente y Amante. - Dijo Daemon sentándose frente al hombre.

Cregan sonrió - ¿Te molesta eso mi príncipe?

Daemon se tensó. - En absoluto, yo soy su esposo y Rey Consorte. Un título más alto que él tuyo.

- ¿No te lo dijo? - Cregan preguntó. - Serás destituido del título de "Rey Consorte"

Daemon se contuvo enormemente las ganas de partirle la cara sonriente al hombre.

- ¿Y tomado por quién? ¿Por ti? - Se burló Daemon. - Claramente careces de la belleza Valarya.

Cregan se encogió de hombros. - Aemond aún no decide eso.

- Es tu Rey, no lo tutees - dice Daemon apretando la silla con enojo.

- Aemond me lo permite así que... - Cregan se encogió de hombros. - ¿Que deseas Daemon?

- Te pido amablemente que te alejes de mi esposo, esto que tenían entre ustedes, se acabó ¿entienes? - Daemon golpeó la mesa con su puño, Cregan no se inmutó - No soy conocido por mi paciencia.

- Deberías haberlo pensado antes de correr tras Rhaenyra.

Daemon se quedó en silencio por un momento, con el ceño levemente fruncido.

- Jamás me he acostado con Aemond desde que se casó contigo, él no a faltado a su unión aunque claramente debió haberlo hecho desde el día que en su boda preferiste follarla a ella.

Daemon se tensó - No hables así de ella, como si fuera una puta, respeta la memoria de la princesa Rhaenyra.

- ¿Cómo quieres que diga? Se acostó contigo mientras estabas casado con alguien más, tenía a tu bastardo en su vientre...

Daemon apretó sus manos haciéndose daño.

- No..

- No Daemon, si Aemond quiere anular su matrimonio, está en todo su derecho. No mereces más que morir y él a sido misericordioso y te a dejado vivir. Yo ofrecí que te encerrara en el calabozo o que alimentara a su dragón con tu cuerpo.

Daemon bufó - No me sorprende.

- Deberías estar agradecido, no estás en una posición de exigir nada, fácilmente podemos deshacernos de ti y nadie te extrañaría.

- Aegon y Viserys...

- Ambos se enteraron de tu falta a Aemond y no quieren verte, Aemond a sido bueno con ellos desde que pisaron la Fortaleza Roja y lo han apreciado mucho más que tú.

Daemon se rió de su suerte.

- Mi consejo para ti es que repares lo que hiciste comenzando con el corazón de Aemond. Esa es la puerta para todo - dijo Cregan. - Aemond no mereció la mierda que le hicieron.

Daemon se levantó y se fue sin decir una sola palabra, tras él Ser Criston y Ser Arrik se apresuraron a seguirlo, pero únicamente se encerró en los aposentos reales esperando a que Aemond volviera.

Aemond volvió bastante tarde, en silencio se cambió a algo más cómodo dispuesto a dormir. Daemon dejó su libro y se concentro en el joven que parecía bastante perdido en sus pensamientos.

- ¿Y Rhaenys? - preguntó Daemon.

- En Driftmark, siendo Regente mientras su esposo se recupera.

- Creí que la matarías por traición - dijo Daemon un tanto sorprendido.

- A doblado rodillas ante mi cuando se vio sola y sin escapatoria, a cambio he cedido Driftmark a los Velaryon por muchos años más, nombrando a Joffrey Velaryon su heredero.

Daemon por un momento había olvidado al tercer niño - Creí que el niño estaba muerto.

- Todo este tiempo estuvo con la princesa Rhaenys. - dijo Aemond dejándose caer a su lado en la cama.

- ¿Y Rhaena y Baela? - preguntó Daemon.

- También con Rhaenys, la princesa solicitó tenerlas mientras buscan un esposo honorable. - dijo Aemond.

Daemon bufó molesto, no deseaba a sus hijas casadas con un Lord estúpido que no merecía la sangre Valyria.

- Bien. - dijo Daemon.

El príncipe rebelde realmente se preguntó si Aemond dormiría a su lado, bien podría matarlo mientras duerme, pero el menor parecía cansado, el parche había desaparecido y pudo notar ambos ojos con ojeras debajo, parecía demasiado cansado a decir verdad.

- Buenas noches - dijo simplemente Aemond cerrando sus ojos.

Daemon se permitió relajarse en su lado de la cama, no estaba preocupado por su seguridad realmente, si Aemond lo quisiera muerto lo habría matado cuando lo dejó inconsciente hace algunas noches.

Chapter Text

Aemond estaba un poco consternado cuando al siguiente día todo el concejo se reunió para discutir "algo importante" ahí estaba Lord Cregan, Aegon, Daeron, Heleana y todos los Lords del concejo.

- Debe tomar una esposa, mi Rey - solicitó Jason Lannister.

Aemond se contuvo a bufar, realmente ese no era un tema de importancia considerando que estaban en plena guerra, el matrimonio es el último de sus preocupaciones si no es que ni siquiera es una preocupación para él, después de todo sigue casado con Daemon.

- Ya estoy casado, Lord Lannister - dijo Aemond.

- Me refiero a una dama, mi Rey. Una doncella que pueda darle hijos, herederos.

- Ya tengo herederos - dijo Aemond apretando la bolita entre sus manos.

- Herederos propios, Targaryen.  - dijo Lannister.

Aemond bufó - Aegon III Targaryen es un Targaryen en todo aspecto, es mi heredero.

- Aemond deberías tomar a Rhaena Targaryen como tu esposa - dijo Daeron.

- No, esa niña me odia desde que "robé" a Vhagar, tengo a su padre como prisionero, maté a su prometido, seguramente verme es lo último que desea.

- Eres el rey, nadie puede decir que no - dijo Aegon encogiéndose de hombros.

- Bien. No deseo desposar a Rhaena Targaryen, tengo un esposo ya y un heredero, no deseo a nadie más. Si esta reunión no es para discutir sobre la guerra en la que estamos, tendré que retirarme - Dijo finalizando aquella conversación.

- Hilo rojo, negro y verde tejen y entrelazan su camino una vez más  - susurró Heleana para si misma mientras todos se retiraban de la mesa.

Cregan se mantuvo en silencio pensando hasta que todos tuvieron que retirarse.

En las siguientes semanas Aemond había viajado lejos junto a Aegon y Daeron para poner orden en los reinos que se habían levantado en su contra, junto a ellos marcharon los soldados a su disposición, fueron largas semanas de lucha, ciertamente los Targaryen tenían ventajas con sus dragones Vhagar, Sunfyre y Tessarion pero los enemigos tenían cientos de arpones gigantes a su disposición, una sola flecha contra uno de sus dragones en el lugar correcto los mataría en minutos.

- No podemos darnos el lujo de perder a nuestros dragones. Ya no hay nidadas que eviten la extinción de nuestros dragones. Debemos luchar nosotros mismos. - dijo Daeron.

Aemond suspiró golpeando la mesa - Tienes razón, Syrax era de las dragonas que nos dejaban nidadas de huevos cada año, ahora solo queda Meleys y Dreamfyre quienes no han tenido nidadas desde hace años y Tessarion quién aún no ha puesto ninguna nidada.

- ¿Me están diciendo que estamos ante una posible extinción de dragones y no me lo habían dicho? - Aegon reclamó. - No dejaré que mi Sunfyre muera.

- ¿Y Silverwing? Es una dragona fuerte y grande. Debe tener muchas nidadas ya. - Dijo Daeron.

- No lo sé, aún no a sido montada desde la Reina Alysanne... Pero Daemon sabe la ubicación de todos ellos, pero de todos modos no hay jinetes para poder traerla a King's Landing.

- ¡No solo los dragones estarán extintos! Nosotros también! - gritó Aegon. - Los niños ya tienen a sus dragones.

Aemond suspiró con frustración.  - Bien. Mañana partiremos al campo de batalla, dejaremos a nuestros dragones aquí, libres para poder defenderse, no participarán en este levantamiento.

Aegon estaba más satisfecho.

Durmieron en el campamento y se prepararon para salir al amanecer y atacar el campamento más cercano.

Los soldados se movieron en silencio mientras el sol aún permanecía oculto Aemond dio la orden de arrazar con todos mientras aún permanecían dormidos, de esta manera no les daría ni tiempo de tomar sus espadas o tan siquiera llegar hasta los escorpiones por amenazas de dragones.

Para cuando los primeros rayos del sol tocaron la tierra, yacía un campamento con todos sus hombres muertos a espada. Para dicha de Aemond, ninguno de sus hombres murió, fue la batalla más rápida que ha tenido si es que a eso se le pudiera llamar batalla, les tomó muy poco tiempo someter a todos y cortar sus cabezas.

Aemond estaba limpiando a Darkfyre de la sangre de sus enemigos cuando se le informó que habían encontrado a una mujer en una de las tiendas de acampar.

- Tu nombre. - Exigió Aemond.

- Alys River - dijo la mujer temblando con la mirada en el suelo.

- ¿Que hacías aquí? - preguntó golpeando su espada cerca. La mujer tembló ligeramente.

- Y-Yo fui traída para decirles que hacer,  soy una bruja. - dijo ella sin mirarlo - Te vi venir, te vi en las llamas.

Aemond tomó su barbilla haciendo que lo mirase, podía jurar haber visto esa mirada antes, pero nunca había visto a la mujer. - Strong, eres una bastarda Strong - dijo Aemond abriendo más su ojo, ahora tenía mucho más sentido, esa mirada la había visto en Lucerys Velaryon.

- Si.... - dijo ella.

- Y ahora, Strong.... ¿Qué vez ahora?

- Veo tu muerte a mano de un amante, él único que puede matarte realmente - dijo ella mirándolo a los ojos.

Aemond apretó la empuñadura de Darkfyre.

Alys siguió hablando - Él será tu perdición Aemond Targaryen, si no cambian el camino que llevan. Te matará.

- Mientes, bruja. - dijo con amargura.

La sangre salpicó la armadura de Aemond una vez más y la cabeza de la mujer cayó a sus pies. Jadeó cuando notó que él la había decapitado, su espada una vez más manchada de sangre.

Aegon que estaba tras suyo suspiró - Vamos, hermano. Debemos volver a Desembarco del Rey.

Aemond asintió y se giró aún pensando en las palabras de la mujer, no era necesario que dijera a quién se refería con todo aquello, Aemond sabía de quién se trataba.

Todos volvieron al campamento y empacaron todas sus cosas para partir de vuelta a King's Landing, habían pasado noches enteras derribando los campamentos de los enemigos y todos necesitaban un descanso antes de continuar.

Cuando Aemond llegó de vuelta, aún lucía su armadura manchada de sangre, su cabello en media coleta estaba enmarañado y lleno de suciedad, necesitaba un baño caliente con urgencia.

Los sirvientes de inmediato prepararon el agua caliente en una de las habitaciones de invitados y se permitió relajarse una vez que su cuerpo se hundió en el agua caliente lavando su cuerpo de los restos de suciedad y sangre.

- Veo que finalmente has vuelto - dijo Cregan entrando a la habitación.

Aemond no lo miró y tarareó de acuerdo.

- No creas que no se lo que estás haciendo, Aemond.

- ¿Que estoy haciendo? - Aemond preguntó con diversión.

- Has estado por semanas fuera, has puesto pretextos para poder irte de King's Landing. Prefieres estar al frente en la guerra en vez de quedarte aquí.

- Es lo que un buen Rey hace, pelear junto a sus soldados - Aemond se encogió de hombros.

- Es lo que un cobarde hace. Te vas para evitar a Daemon - aseguró Cregan. - No puedes estar en guerra siempre, casi ganamos.

- "Casi" no es seguro, prefiero estar en la batalla en vez de escucharlo o verlo - Aemond lo miró molesto.

- Entonces mátalo y toma a un nuevo consorte.

- Sabes que no puedo matarlo...

- ¿Porqué no? ¿Que lo hace tan especial para ti? Recuerdo que mataste a tu abuelo, a tus sobrinos, a tu media hermana y a tu propia madre por cosas más pequeñas de las que él te ha hecho.

- Rhaenyra era una jodida perra, Otto un traidor y ambicioso, mis sobrinos muy debotos a la perra de Rhaenyra y mi madre una manipuladora.

- ¡Todo eso es Daemon! - dijo Cregan exasperado.

Aemond frunció el ceño pensativo. - Pero es Daemon.

- dioses Aemond, él aún te tiene comiendo de la palma de su mano - Cregan suspiró.

Aemond guardó silencio y cerró sus ojos. Cregan se acercó y tomó el paño para continuar con el anterior trabajo del menor frotándo su piel y dejándola libre de suciedad, la pasó por su espalda, por su cuello y su pecho, rozó con la llema de sus dedos la piel lastimada por la última batalla, Aemond se estremeció visiblemente ante su toque pero no se movió, dejó que Cregan continuara frotándo delicadamente su piel.

- ¿Qué estás haciendo con mi esposo? - dijo una voz a sus espaldas. Ambos se giraron para mirar a Daemon de brazos cruzados en la puerta del baño.

Chapter 21

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

- Solo hablábamos - dijo Aemond mientras buscaba algo con que cubrirse para poder salir de la tina.

- Los dejaré solos - dijo Cregan. Se giró sobre sus talones y salió de la habitación a toda prisa.

- Hablaban en el baño, por supuesto que si, de todos los lugares, han elegido este - Daemon se contuvo las ganas de cortar la cabeza del hombre del norte.

- Daemon - Aemond lo miró con fastidio. - ¿No deberías estar haciendo otra cosa en vez de meterte en mi baño?

- Como si pudiera hacer algo más, me tienes encerrado aquí  y no tengo voz en las decisiones que se toman - Daemon bufó molesto, su ceño seguía fruncido y parecía que quería asesinar a alguien.

- Eso es lo que te has ganado, querido esposo - dijo Aemond.

Cuando Aemond estuvo cubierto finalmente salió y pasó junto a Daemon, buscó la ropa limpia que se le había dejado en la cama y se vistió con rapidez bajo la atenta mirada de su esposo quién había optado por quedarse en silencio.

Aemond se puso rígido cuando un dolor que parecía no ser suyo atravesó su cuerpo, la habitación giró y sintió unos brazos sostenerlo tan pronto como estuvo a punto de caer. Cuando finalmente el dolor y mareo habían pasado, corrió hasta la puerta a toda prisa.

- ¿A dónde vas? - preguntó Daemon alarmado.

- A ver a Vhagar, algo no anda bien con ella - dijo Aemond.

Sin decir nada más Aemond se fue, Daemon por supuesto que lo siguió de cerca, tomando uno de los pasadizos secretos para poder salir de la fortaleza. Afuera, el viento frío de la noche les golpeó el rostro y se apresuraron a llegar al nido de Vhagar que estaba cubierto de huesos y carbón.

Los guardianes de dragones ya estaban allí.

- ¿Que ocurre? - preguntó Aemond.

- No quiere comer desde que vino, parece estar agotada y enferma. - dijo el hombre  - Estos síntomas solo los vimos en Balerion antes de morir.

Aemond miró a la dragona en el suelo, parecía calmada, incluso parecía que holgazaneaba como siempre, pero no, había algo diferente ahora, podía sentirlo en su vínculo.

- Le recomiendo que no la lleve a la guerra hasta que se recupere, estar en constante vuelo y batalla la a agotado, incluso es más joven que Balerion pero él los últimos años de vida los vivió tranquilos, sin guerra junto al Rey Viserys.

- ¿Dices que morirá? - preguntó Daemon.

- Posiblemente. Ella es una anciana que necesita descanso como cualquier especie, estar en constante batalla la agotó mucho más rápido de lo que debería.

Aemond miró a Vhagar y se acercó para acariciar las escamas bajo su ojo. La dragona resopló. - Ya no más guerra para ti mi querida amiga, deseo verte por muchos años más.

Vhagar cerró sus ojos y se inclinó al toque.

- No tienes que decirle a nadie que Vhagar ya no puede volar a la guerra, creerán que estas bulnerable.  - Dijo Daemon a sus espaldas.

- No estoy bulnerable, tío - dijo Aemond  - No he entrenado todos estos años por gusto, la última batalla la gané sin dragón.

Caraxes chilló cuando decidió aterrizar cerca, se arrastró hasta su jinete y pasó de largo hasta Vhagar, ronroneó al tocar sus cabezas juntas, la dragona se inclinó más ante el toque y se desplomó en el suelo junto al dragón rojo.

Aemond suspiró. - Heleana llegará ahora junto con Aegon, los niños y sus dragones, Preparen el lugar para recibirlos. - Ordenó a los Dragonkeepers.

Aemond dio unas últimas caricias a Vhagar y se giró dispuesto a entrar pero fue sostenido por Daemon. El menor alzó una ceja - ¿Que quieres?

- Necesitamos hablar, debes dejar de evadirme - dijo Daemon sin soltarlo.

- Bien. Habla - dijo Aemond.

Daemon suspiró  - Quiero disculparme por lo que hice, se que no debí seguir a Rhaenyra,  ella se volvió un poco loca con todo esta venganza.

- Un poco no, muy loca. Estaba desesperada - se burló Aemond.

- Si, pero yo no participe en su plan, fue ella quien hizo todo lo de Harrenhal, cuando me di cuenta ella ya estaba aquí tomando el trono.

Aemond bufó  - ¿Cómo no supiste? Era tu jodida amante.

- Cierto, pero no hablábamos de eso - dijo Daemon haciendo una mueca - Solo deseo que vuelvas a confiar en mi, como lo hacías antes de casarnos.

Aemond se burló - Nunca pasará.

- Solo dame tiempo, para remediar las cosas - Daemon suplicó tomando sus manos. - No volveré a engañarte de ninguna manera, solo te quiero a ti.

- Lo dices porque tu perra ya está muerta...

- Lo digo porque realmente te amo - dijo Daemon acercándose más.

Aemond tarareó pensativo. - Te creería si tus ojos no revelaran lo contrario, me quieres muerto porque la mate, a ella, a sus bastardos y a tu hija. Deseas matarme, no puedes cambiar de opinión y superar sus muertes tan rápido.

Daemon suspiró  - Puede ser, a veces deseo enterrar a Darksister en tu único ojo, pero también quiero besarte y abrazarte. No digo que no me duelen sus muertes, realmente duelen pero lo único que me quedan sos mis hijos.

Aemond entrecerró los ojos pensando en las palabras de la bruja de Harrenhal "Él será tu perdición Aemond Targaryen, si no cambian el camino que llevan. Te matará."

- Jodida bruja - susurró, Daemon logró escuchar.

- ¿Que bruja? - preguntó.

Aemond hizo una mueca - Una bastarda Strong que curiosamente se parecía a uno de mis sobrinos, seguro atormentandome desde el infierno.

Daemon frunció el ceño - ¿Qué le hiciste?

- La decapité - dijo encogiéndose de hombros. - Te pongo a prueba Daemon, para saber si tus palabras son verdaderas, no quiero terminar con Darksister en el cráneo.

Daemon sonrió  - ¿Eso quiere decir que me perdonas?

- No, estas a prueba, intenta ganarme de nuevo - dijo Aemond volviendo a tomar camino hacia la Fortaleza Roja.  - Tus hijos ya vienen, deberías estar presentable.

- ¿Les dijiste lo de Rhaenyra? - preguntó Daemon.

Aemond asintió.

- ¿Y aún no te odian?

- Ellos no son niños pequeños Daemon, ellos ya entienden - dijo simplemente girandose para irse.

No tardó mucho cuando Dreamfyre y Sunfyre finalmente llegaron a King's Landing, ahí estaba Heleana sosteniendo a sus dos pequeños con ella en su dragón, los pequeños dragones de sus hijos los siguieron de nuevo al igual que los dragones de Aegon y Viserys quien llegaron con Aegon el mayor.

- Es agradable finalmente tenerlos de vuelta - dijo Aemond con una sonrisa.

- Tío Aemond  - dijo Aegon el menor mientras corría a abrazar a su tío favorito.

- Pequeño Viserys - Aemond lo abrazó de vuelta sonriendo.

- No soy pequeño, tío - dijo Viserys frunciendo su ceño.

Aegon el menor rodó lo ojos y apartó a su hermano para poder abrazar a Aemond.  - Te extrañé tío Aemond.

- Los extrañe chicos - dijo Aemond revolviendo su cabello plateado.

Ambos niños se quejaron audiblemente.

- Su padre los espera dentro, vayan a saludar - les dijo Aemond y ambos niños suspiraron derrotados siendo escoltados por un guardia.

- ¿Que ocurre hermano? - dijo Heleana.

- Es Vhagar, ella está muriendo - dijo haciendo una mueca.

- La querida anciana a decidido dejar el mundo - dijo Aegon. - Preparate hermano, he escuchado que la pérdida de un dragón es lo más doloroso que un Targaryen puede experimentar.

- Padre dijo que sentía que moriría cuando Balerion murió - dijo Helaena preocupada.

- Lo sé, no estoy listo para dejarla ir, no irá a la guerra, ella se quedará aquí para descansar - dijo Aemond.

- Una buena decisión hermano, con suerte se recupere y se quede más tiempo contigo - Heleana le dio una pequeña sonrisa.

Los tres miraron a Vhagar que seguía descansando junto al dragón rojo quien mostraba sus dientes a los dragones recién llegados temiendo que fuesen a lastimar a la dragona mayor.

- Ella estará bien - afirmó Aegon.

Aemond deseaba que lo fuera.

Notes:

Lamento no actualizar estos días, tengo mi brazo lastimado y es difícil escribir :(

Chapter Text

Aemond junto a Cregan Stark habían avanzado lo más rápido posible cubriendo terreno para poder derrotar a sus enemigos más rápido, ambos por tierra luchando con sus espadas y bañándose en la sangre de sus enemigos.

Era el último lugar de su lista que estaba en contra de la corona, no había sido difícil era una pequeña casa con un ejército promedio, los que quedaron de pie al final de la batalla se rindieron ante el Rey.

Aemond y Cregan volvieron a la Fortaleza Roja junto a sus soldados, todos contentos de que finalmente la guerra contra Rhaenyra Targaryen había terminado, siendo ellos victoriosos por supuesto.

- Felicidades por tu victoria hermano - fue Heleana quién los recibió con una enorme sonrisa.

Aemond le sonrió de vuelta dándole una suave palmadita en el brazo. - Gracias por tus dulces palabras hermana. - Heleana le sonrió  - Tengo que discutir asuntos con Cregan, por favor diles que no nos interrumpan.

Heleana asintió. Aemond le sonrió.

Cregan y Aemond entraron a la sala del concejo pequeño y se sentaron sonriendo.

- Finalmente todo Westeros es mío - dijo Aemond sirviendo vino en sus copas.

Cregan tomó la copa y la bebió de un solo trago - Eso es una gran victoria, se escribirán libros sobre este gran día. El día en el que el gran Rey Aemond Targaryen derrotó a sus enemigos.

Aemond sonrió gustoso mientras bebía su vino. - Ahora que la guerra a terminado... ¿Qué harás?

- Mi gente me necesita, volveré a Winterfell  - dijo Cregan tomando más vino.

- Ese era el trato supongo, ahora ¿Quién será mi mano?

- Puedes poner a Daemon, ya que te niegas a matarlo, que sirva en algo ¿no?

- Supongo, hablaré con él  - Aemond se encoge de hombros haciendo una mueca pues no le gustó el tono en el que el lobo se refirió a su esposo.

Daemon se había portado bastante razonable últimamente, más hablador y cooperó en algunas pequeñas tareas, incluso Aemond le había permitido vagar libremente por la Fortaleza Roja sin guardias que lo persiguieran.

Si era honesto consigo mismo, Aemond había vuelto a caer una vez más en las garras de Daemon Targaryen si es que alguna vez  había dejado de estar ahí.

Las horas pasaron mientras Aemond y Cregan charlaban tranquilamente mientras bebían, sus copas se habían llenado unas tras otra, el alcohol en su sistema ya nublaba sus pensamientos, al menos más para Aemond, nunca fue un buen bebedor, no como Aegon.

No se dio cuenta cuando estuvo en su habitación antigua, la sábanas suaves bajo suyo lo hicieron relajarse, sintió el frío de su piel expuesta pero no le molestó, sintió unas manos fuertes vagar por su cuerpo, unos labios besar su piel y se sintió bien, gimió gustoso mientras era tomado.

A Cregan no le molestó que Aemond dijera el nombre de Daemon todo el tiempo.

A la mañana siguiente toda la pesadez recayó en Aemond de nuevo, a su lado no estaba Daemon, estaba Cregan y aunque rogó que no hubiese pasado nada entre ellos, su propio cuerpo decía todo lo contrario y se odio por ello.

No le importó siquiera hablar o mirar a Cregan y se vistió para poder irse y darse un buen baño, la ansiedad lo carcomía desde adentro, tenía nauseas y dolor de cabeza.

Para su suerte, Daemon no estaba en su habitación y pudo darse un baño de agua caliente que relajó su cuerpo tenso aunque la culpa y ansiedad no desaparecieron de él.

Un guardia tocó a su puerta desesperadamente mientras Aemond terminaba de abotonar su camisa y sus pantalones.

- Adelante - dijo Aemond.

Aemond alzó una ceja cuando vio a Ser Criston, el hombre estaba pálido. - Es sobre su consorte Daemon Targaryen, su dragón no está y creemos que se a escapado.

- ¿Cuando fue la última vez que lo vieron? - preguntó, su corazón bombeaba más rápido.

- Anoche, lo andaba buscando a usted, fue a sus antiguos aposentos y luego ya no lo vimos - dijo Ser Criston.

Aemond suspiró sabiendo perfectamente que había ocurrido. - Se a ido.

Criston frunció el ceño - No entiendo mi Rey.

- Se a ido, alerta a todos, pongan refuerzos e informame de algún movimiento sospechos de los Velaryon.  - dijo Aemond tomando su espada y daga.

Se sintió furioso mientras caminaba por los pasillos solitarios, la sangre le hervía.

- Aemond se me a informado lo de Daemon  - dijo Cregan cuando se encontraron en la sala de reuniones, ahí estaban otros Lords.

- Daemon es un peligro solo, todas sus casas deben estar alerta en cualquier momento tomará replesalias por la muerte de su familia. - dijo Lord Lannister.

- Ser Arrik, Ser Criston quedan a cargo del cuido de los príncipes Aegon el menor y Viserys, que no salgan de sus aposentos hasta que se solucione todo - dijo Aemond,  ambos hombres asintieron y se fueron en busca de los príncipes.

- Tres guardias más supervisarán a los hijos de mi hermano y a la princesa Heleana, que no salgan de sus aposentos - dijo Aemond.

Aegon asintió.

Un sirvientes entró corriendo - Su majestad, una carta a llegado para usted.

Aemond la tomó y supo de inmediato que era de Daemon.

"Querido Rey Aemond Targaryen, mi dulce esposo, he permanecido neutral ante esto, has vencido a tus enemigos uno a uno, sin embargo no me has enfrentado a mi, prometí que te mataría Aemond, así que te espero en el ojo de los dioses dentro de tres días, veremos si eres tan buen Rey como muchos te alaban, trae a tu dragón.

~` Att Rey Consorte Daemon Targaryen. "

- ¡Esto es imperdonable! - gritó Lord Baratheon. - El Rey consorte contra el Rey ¿¡Qué es esto?! ¿¡Otra guerra?!

- No debe ser una guerra si se trata solo de mi, él odio de Daemon es contra mi no tiene que afectarlos a todos sin embargo les pido estén preparados, nunca sabemos que puede traer Daemon consigo - dijo Aemond.

- Hermano, discúlpame pero esto es una completa locura - dijo Aegon - No irás a enfrentarte con Daemon.

- ¿Porqué no? Es mi guerra, Daemon solo peleará conmigo, si gano terminó toda esta guerra - dijo Aemond.

- ¿Que pasa si pierdes? - dijo Helaena por primera vez luego de permanecer tanto tiempo en silencio. - Mis hijos no morirán.

- Tus hijos están a salvo aquí, no dejaré que Daemon llegue a Desembarco del Rey aunque eso signifique sacrificar mi propia vida - dijo Aemond.

- Iré contigo - dijo Aegon - No dejaré que mueras.

- Debes quedarte junto a Heleana, si los Velaryon atacan King's Landing entonces tienes que defenderla con fuego - dijo Aemond. - Rhaenys tiene a Meleys, las chicas Velaryon tienen a sus dos dragones jóvenes y Joffrey tiene a su cachorro de dragón, te superan en número pero con la ayuda de Dreamfyre y Tessarion puedes vencer.

Aegon hizo una mueca pero asintió finalmente deacuerdo con el plan.

Chapter Text

Tal como Aemond había previsto, la flota Velaryon se puso en marcha hasta King's Landing en el lapso de unas horas luego de recibir la carta rompiéndo así su juramento con la casa Targaryen, la guerra era inminente de nuevo, cientos de barcos junto a los dragones jóvenes tomaron viaje a King's Landing.

Pero esta vez no era una guerra con todas las casas involucradas, no. Era una guerra entre Velaryon y Targaryen, una guerra de la descendencia de la Antigua Valyria buscando su propia extinción.

Todos en la Fortaleza parecían angustiados de la nueva guerra que se avecinaba, incluso los habitantes de King's Landing se habían refugiado en sus casa, las calles estaban completamente vacías a excepción de algunos animales que deambulaban. El comercio y la pesca se habían detenido por completo y parecía que una pandemia se había apoderado de King's Landing.

Los guardias estaban en cada esquina esperando lo inevitable cuando los barcos tocaran las aguas de King's Landing. Los dragones estaban preparados para alzar vuelo cuando se requiera, lo más pronto posible, las armaduras estaban pulidas listas para ser usadas en la batalla y los pequeños dragones junto a decenas de huevos encubados habían sido resguardados lejos de la Fortaleza Roja para evitar que un nuevo intento de masacre de dragones ocurriera.

Solo faltaba un día para que Aemond fuera al Ojo de los dioses para encontrarse con Daemon. Incluso el mismo Aemond se sentía angustiado sobre lo que pasaría el día de mañana.

Se maldijo a sí mismo por beber demasiado la noche en que de alguna forma había terminado con Cregan en lugar de Daemon, quizás si no hubiese sido así, Daemon seguiría aquí con él y la paz reinaría sobre King's Landing y toda su familia.

Cregan pareció leer sus pensamientos - No Aemond, no te culpes por esto.

Aemond lo miró incrédulo  - ¿Qué?

- Estas culpandote constantemente de que Daemon se haya ido y provocado la guerra de nuevo.

- Es mi culpa Cregan, si no hubiéramos... él no se abría ido de mi lado.

Cregan suspiró rendido - Encontramos correspondencia de Rhaenys y Corlys en los antiguos aposentos de Daemon, créeme cuando te digo, todo este plan ya estaba hecho desde un principio.

Aemond se mordió la lengua para evitar hablar más replanteandose todo, creyó que estaban en un buen camino con Daemon.

- Debiste matarlo, pero tu amor por él nubló tu juicio - dijo Cregan.

Aemond no dijo nada por un tiempo simplemente miró por la ventana y se mordió el pulgar con nerviosismo, cientos de cosas se arremolinaban en su mente provocandole migraña, sus manos picaban por sostener una espada y destrozar cientos de muñecos de paja o simplemente tener una batalla justa con alguien dispuesto a soportar su ira, rencor y dolor.

- Prométeme que si no vuelvo, cuidarás de Aegon y Viserys - dijo Aemond mirando a la ventana - Protege su reclamo al trono.

- No digas eso, volverás  - dijo Cregan.

- Todos sabemos sobre Daemon, no tengo oportunidad pero haré lo que sea posible para detenerlo incluso si mi vida es el precio a pagar.

Cregan se mantuvo en silencio por un tiempo. - Protegeré a Aegon y Viserys hasta que su reclamo al trono esté asegurado.

Aemond asintió y salió de la habitación en busca de los dos niños. Los encontró en la guardería, ambos estaban sumamente concentrados mirando libros con dibujo y algunas letras tratando de adivinar que decía o simplemente dejándose llevar por los dibujos e imaginando nuevas historias. Aemond sonrió un poco y carraspeó. Los dos niños lo miraron de inmediato y sonrieron.

- Aemond  - dijo el pequeño Aegon y lo abrazó de inmediato.

Viserys se acercó tímidamente y también lo rodeó con sus brazos

- ¿Dónde está papá? - preguntó Aegon.

Aemond dudó en contar o no la verdad. Eligió la mentira, no tenían porque sufrir por más perdidas de las que ya lo han hecho - Daemon está reuniendo los ejercitos, nos han traicionado, de nuevo y él está al mando.

Aegon y Viserys abrieron mucho sus ojos violeta.

- La guerra se avecina, el día de mañana me enfrentaré con mi retador, no se si volveré sin embargo deseo que Aegon sea Rey si no vuelvo - dijo mirando al niño y este asistió - Al igual que deseo que tú Viserys seas su mano, además de su Regente Legítimo.

Viserys asintió con entusiasmo, aún no entendía que era eso pero seguro era un gran puesto al lado de su hermano el Rey.

- Necesito que ambos se mantengan fuertes, sean unos gobernantes justos pero no débiles, sean unos dragones.

Ambos niños asintieron.

- ¿Que pasará con Jaehaera, Jaehaerys y Maelor? - preguntó Aegon.

- Jaehaera será tu esposa Aegon, tu reina consorte, cuídala y protegela, es tu deber como Rey - dijo Aemond. - Jaehaerys y Maelor serán príncipes de Dragonstone.

- ¿Y si quiero a mi hermano como mi consorte? - preguntó Aegon. - Como tú y papá.

Viserys lo miró asombrado. Aemond abrió la boca incrédulo.

- Oh, bueno... serás el Rey,  así que  - Aemond se encogió de hombros aún procesando la situación. - Debes velar por el bien del Reino.

Aegon asiente sin comprender exactamente qué era el bien del Reino, sólo sabía que quería a su hermano a su lado siempre.

- Estoy seguro que mantendrán la casa Targaryen más fuerte que nunca, mis pequeños dragones - dijo Aemond finalizando.

Aemond les sonrió y los abrazó por unos minutos, los niños le devolvieron el abrazo y sonrieron.  - Volverás Aem - dijo Viserys.

- Lo harás - dijo Aegon seguro de si. - Eres el segundo mejor guerrero de todos, solo superado por papá Daemon.

La sonrisa de Aemond vaciló un poco, exactamente, era el segundo mejor guerrero luego de Daemon.

- Nos veremos pronto, no olviden lo que les dije. Saben que pueden contar con Heleana, Daeron y Aegon - dijo mientras alborotaba sus cabellos.

Los niños rieron y asintieron murmurando un "Cuídate mucho"

Con una última sonrisa, se despidió de ambos y regresó a sus aposentos esperando ansioso hasta el día de mañana, quizás sea su final o tal vez no.

La noche se apoderó de King's Landing pero para ser sinceros, ningún adulto pudo dormir en paz esa noche.

Aemond maldijo internamente a la bruja de Harrenhal, quizás de alguna forma lo había maldecido a él y a Daemon, finalmente sus palabras parecían cumplirse y de ser así, mañana no volvería a King's Landing.

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De madrugada finalmente Aemond pudo cerrar sus ojos y descansar, por supuesto que no fue mucho solo durmió tres horas cuando el sol iluminó todo King's Landing.

Pero no fue la luz que se colaba en sus aposentos lo que lo despertó si no el alboroto fuera.

Rápidamente se vistió y corrió dónde estaban reunidos los guardias y sus hermanos, la habitación de Heleana.

- ¿Que ocurrió......? - la pregunta quedó en el aire cuando finalmente se adentró a los aposentos de su hermana.

Las manos de Aemond temblaron al ver a sus sobrinos en el suelo rodeados de un charco de sangre, junto a ellos estaba Jaehaera temblando del miedo sin apartar la mirada de sus hermanos muertos, la pequeña niña parecía estatua.

- Los mató... - susurró.

Aegon estaba mirando a Heleana llorar abrazada a los pequeños cuerpos sin siquiera importarle manchar su vestido y su piel de sangre, lloraba y gritaba aferrándose a sus cuerpos. Aegon parecía en shock sin poder creer lo que estaba frente a sus ojos con un rastro de lágrimas en sus mejillas, al igual que Jaehaera quién no parecía tener emoción alguna.

Daeron le entregó un papel a Aemond quién lo tomó aún con manos temblorosas.

"Un pequeño incentivo para que te rindas. Mataste a Rhaenyra y a mis hijos adoptivos, nunca te lo perdonaría, hijos por hijos"

Aemond arrugó el papel enojado, sin siquiera darse cuenta que algunas lágrimas habían salido de su ojo.

Heleana levantó la mirada y se encontró con Aemond.  - Lo prometiste... ellos no llegarían aquí  - dijo entre dientes sin poder contener sus lágrimas.

- ¿Quién hizo esto? - preguntó Aemond - ¿Dónde estaban sus guardias?

- Fueron comprados con monedas y se largaron luego de hacer el trabajo - dijo Daeron. - Fue Daemon.

Aegon lo miró por primera vez, había rabia, tristeza y furia en su mirada. - ¡Esto es tu maldita culpa! - gritó - Si no hubieses traído a ese imbécil aquí y perdonado la vida, mis hijos segurían vivos!

Aemond no respondió. Aegon tenía razón.

Cregan entró a los aposentos y miró a Aemond  - La princesa Rhaenys viene en camino junto a Baela y Rhaena en sus dragones, están a nada de llegar al puerto.

Como si una alarma sonara, Aemond , Aegon y Daeron corrieron hasta las afueras de la Fortaleza Roja en dónde sus dragones estaban descansando listos para elevarse.

No les tomó mucho tiempo cuando Vaghar, Sunfyre y Tessarion se pusieron en marcha pasando sobre el pueblo decierto de King's Landing, efectivamente Meleys y dos pequeños dragones del tamaño de Arrax iban tras ella.

Sunfyre fue el primero en atacar lanzando llamaradas a Meleys quién rugió furiosa y atacó de la misma manera. Tessarion se unió tras ella siguiéndola con rapidez queriendo morder su cola.

Vhagar fue tras los pequeños dragones que chillaron y valientemente atacaron a la enorme dragona revoloteando a su alrededor despistandola, la rapidez de los pequeños la aturdió un poco mientras giraba con demasiada lentitud para poder encontrarlos.

Fue Baela quién furiosamente atacó el rostro de Vhagar haciéndola enfurecer, Aemond sintió como de nuevo perdió el control sobre su dragona, pero no le importó, los quería muertos.

Vhagar siguió furiosamente a Baela y Aemond tuvo un pequeño deja vu con Lucerys, solo que esta vez deseaba que Vhagar acabarse con su enemigo, y así fue.

El cuerpo del pequeño dragón crugió en sus fauses cuando finalmente encontró a su presa y destrozó su cuerpo de un mordisco junto al de su jinete dejándolo en pedazos hundirse en el mar.

El otro dragón atacó por detrás directamente a Aemond tratando de botarlo de su silla, Aemond se aferró a la silla y ordenó a Vhagar perseguir a su próxima presa.

Rhaena fue hasta Meleys y golpeó a Tessarion quién estaba aferrado a la cola de Meleys dejandola sangrando de gravedad con su cola casi arrancada de su cuerpo, eso dejó tiempo lo suficiente para que Vhagar arrasara con su cuerpo mientras Sunfyre le mordió el cuello desgarrandolo, Meleys chilló por última vez mientras caía en picada con el cuerpo destrozado en el puerto de King's Landing.

Las olas llegaron hasta el cuerpo inerte de Meleys y se tiñeron de rojo. Rhaena lloró en la silla de montar, debió obedecer a su padre y quedarse en Driftmark.

Tessarion rasguñó el estómago del pequeño dragón y la sangre brotó a cantaros mientras algunos órganos salían de su estómago abierto, el pequeño dragón rugió y se enganchó a la garganta de Tessarion mientras caía en picada, Tessarion chillaba intentando mantenerse o hacer que el dragón la soltara pero era imposible, aún no estaba muerto y se aferraba con los últimos momentos de vida hasta que ambos dragones se estrellaron en los barcos del muelle provocando algunas explosiones a su alrededor.

Aemond vio como su hermano era quemado junto a su dragón muerto y no pudo llegar a tiempo.

Ese día la princesa Rhaenys Targaryen murió junto a su dragón al igual que Baela, Rhaena y Daeron Targaryen.

Cuando Vhagar decendió en la playa, Sunfyre hizo lo mismo y Aemond miró con horror como el dragón dorado tenía el ala partida a nada de desprenderse del cuerpo bañado en sangre, Aegon no estaba mejor, la mitad de su cuerpo estaba quemado en carne viva y a penas se mantenía en pie.

- Hermano... - dijo Aemond corriendo hacia él.

- ¡No me toques! - chilló tambaleándose  - No me toques - sollozó alejándose, se aferró a su dragón susurrando disculpas y se desmayó, Aemond llegó a tiempo para sostenerlo antes de caer.

Aegon fue trasladado con urgencia hasta la Fortaleza Roja y los maestres lo atendieron por unas horas dejándolo vendado mientras dormía con demasiada leche de amapola consumida.

Sunfyre había muerto hace pocas horas, su cuerpo descansaba a las afueras de la Fortaleza Roja cuando siguió a su jinete mientras caminaba y se arrastraba hasta estar lo más cerca posible de Aegon. Había sido un dragón fiel desde el momento que salió desde el cascaron del huevo hasta el último respiro que tuvo.

Aemond miró con lástima a su hermano, además de las terribles quemaduras de su cuerpo había perdido a su dragón, con quién compartió cuna y un gran vínculo que no se comparaba con ningún otro, también perdió a dos de sus hijos y su hermano, Aemond podía imaginar el dolor que sentiría cuando se despertara y asimilara todas sus perdidas.

Aemond lloró en sus aposentos la muerte de Daeron, Jaehaerys y Maelor, pero nadie se enteró de eso. Limpió sus lagrimas y se preparó para la batalla, su armadura negra resplandeciente, su espada Darkfire colgaba en su cadera y su cascó cubriendo su rostro con una pluma negra en él, había llegado la hora de encontrarse con Daemon, debe matarlo.

Chapter Text

Cuando Aemond llegó al Ojo de los dioses, era de tarde, la calma que fue recibido solo fue por un momento de paz, quizás el último que tendría.

Daemon ya estaba en el Ojo de los dioses cuando Vhagar llegó, estaba tranquilamente sentado en la silla de montar mientras Caraxes chillaba. Vhagar rugió respondiendole.

Cuando la dragona decendió, el suelo tembló.

- Creí que no vendrías y te refugiarias con el jodido Stark - dijo Daemon burlonamente.

Aemond se aferró a sus cuerdas y apretó los puños. - Mataste a mis sobrinos...

Daemon tarareó  - Si, lo hice.

- ¡Eran sólo unos niños!

- Jacaerys y Lucerys eran solo unos niños cuando tomaste sus vidas - gritó de regreso, su voz sin ningún remordimiento.

Aemond deseaba atravesar su corazón con su espada valyria.

Los dragones se elevaron en el cielo, Aemond podía sentir a Vhagar vacilar con respecto a esto, la dragona sabía que estaba a punto de luchar contra Caraxes, pero ella no quería, se rehusaba a matar al que había sido su compañero desde el momento que Caraxes salió del huevo, a lo largo de sus años habían estado siempre juntos, sus jinetes siempre se amaron de alguna forma amorosa o simplemente amistosa, no esto.

- Vhagar  - susurró acariciando las escamas de su espalda - Se que no quieres, pero si no lo haces él te matará.

Vhagar miró al dragón rojo quien chilló en advertencia, Daemon le estaba hablando a su dragón convenciendolo de atacar porque al parecer el dragón de negaba a luchar contra su gran amiga.

Vhagar estaba cansada de la guerra, su cuerpo viejo ya había sufrido lo suficiente, por suerte se había recuperado de su último decaimiento pero aún así sentía que en cualquier momento moriría sea asesinada o no, moriría pronto. Daemon lo sabía, la dragona estaba débil y era su oportunidad.

Caraxes fue el primero en moverse siendo impulsado por Daemon, voló cerca chillando arremolineandose intentando confundirla, Vhagar ya había visto esto, a diferencia de aquel pequeño dragón, Caraxes era grande.

El rugido de Vhagar resonó en el cielo con un fuerte estruendo y siguió a Caraxes volando despacio, casi parecía un baile de dragones moviéndose con gracia por el cielo.

Daemon desenvaionó a Darksister y la espada brilló con los rayos del sol. Aemond lo imitó un poco confundido ¿Porqué necesitaban espadas? Si estaban a metros de distancia.

Fue cuando Caraxes intentó morder a Vhagar pero ella fue rápida y desvío el movimiento a penas por un poco. Rugieron el uno a otro mientras se abalanzaban y sus enormes cuerpos chocaban bruscamente, sus garras salieron a flote intentando dañarse con ellas, Caraxes fue quien sacó la primera sangre de la enorme dragona cortando su pecho no tan profundamente.

Vhagar rugió molesta y se abalanzó hacia Caraxes mordiendo su ala a penas la punta arrancandole un pedazo, el dragón rojo chillo lastimero y golpeó con su cola la cabeza de Vhagar. Caraxes exhaló fuego de sus fauses y quemaron brevemente el ala de Vhagar.

La dragona gruñó e intentó morder a su oponente por el cuello o simplemente desgarrarlo con sus dientes como había hecho con los pequeños dragones.

Pero Caraxes era escurridizo.

El dragón rojo voló cerca pero sin estar lo suficientemente cerca para que Vhagar pudiera tomar otra parte de él.

Aemond no comprendía porque su dragona simplemente no lo atacaba directamente, aún se resistía a pesar que el dragón la había atacado primero.

Bailaron en el cielo hasta que el sol parecía comenzar a ocultarse, Daemon al igual estaba molesto porque Caraxes simplemente no tomaba a la dragona.

- Quiero que sepas, que Rhaenys, Baela y Rhaena murieron por tu culpa - dijo Aemond.

Daemon lo miró.

Y Vhagar atacó tomando el ala de Caraxes finalmente, el dragón rojo chilló y buscó a Vhagar tomando su cuello con sus dientes, apretandose a su alrededor como una serpiente sin querer soltarla.

Vhagar gruñó cuando la sangre brotó de su cuello.

Ambos dragones estaban entrelazados juntos, unidos con sus mandíbulas sin querer soltarse.

Daemon se quitó las cuerdas que lo mantenían seguro a la silla corriendo el riesgo de caer en cualquier momento por los movimientos de Caraxes intentando liberarse y aferrándose más a la dragona.

Aemond se aferró a la silla mientras Vhagar intentaba liberarse del agarre del dragón rojo moviéndose pero solo hacía que Caraxes hundiera más sus dientes en la carne de su cuello.

Caraxes a penas mantenía su vuelo con una ala mientras se aferraba a Vhagar para no caer, desde esta altura su caía sería una muerte segura sobre todo porque su ala estaba rasgada sangrando.

Daemon se levantó en su silla sosteniéndose un poco de las cuerdas tambaleándose de un lado a otro junto a su dragón. Aemond frunció el ceño y apretó a Darkfire en su puño.

- Prometí que te mataría - dijo Daemon tomándo su espada fuertemente.

- Inténtalo - dijo Aemond.

Vhagar chilló cuando Caraxes arrancó un pedazo de piel liberándola pero no por mucho, cuando desgarró su cuello se aferró a los huesos, Vhagar perdía vuelo y su pulso se volvía más lento mientras se desangraba.

Fue entonces cuando comenzaron a caer, ninguno de los dragones había soltado al otro y no tenían la intención de hacerlo. Aemond no se dio cuenta cuando Daemon ya no estaba en la silla de Caraxes si no que había saltado la distancia que los separaba con Darksister en la mano dispuesto a clavarsela.

Aemond sintió el fuerte dolor en su ojo bueno, el dolor lo hizo gritar y con su último aliento de vida sintió como su espada atravesaba la carne de su agresor y su grito fue lo último que escuchó cuando todo se volvió negro.

Ambos dragones junto a sus jinetes se hundieron en el agua tiñendola de rojo sangre. El enorme cuerpo de Vhagar junto a Aemond y Daemon se hundió en lo más profundo del Ojo de los dioses.

Caraxes aún estaba vivo y se arrastró a la orilla sin un ala mientras sangraba, su jinete ya no estaba sobre él y pudo sentir su lazo roto, Daemon había muerto.

El dragón rojo murió minutos después, el desgarro de su ala y sus múltiples heridas ocasionaron demasiada perdida de sangre.

De esa forma terminó el reinado de Aemond Targaryen junto a su consorte real Daemon Targaryen, ambos hombres eran intocables únicamente ellos mismos serían los causantes de sus propias muertes y así fue como la profecía de Alys River se hizo realidad. Aemond murió por la mano de Daemon Targaryen.

Chapter 26

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

La noticia sobre la muerte del Rey Aemond Targaryen no tardó mucho en llegar a King's Landing, rumores decían que fue Daemon quién lo mató, otros decían que ambos se habían asesinado mutuamente, lo cierto era que ambos ahora estaban muertos, el Rey y su consorte dejando al reino sin Regente.

Aegon no recibió tal noticia pues seguía gravemente herido y los maestres temían que muriera en cualquier momento, no se había despertado desde que fue trasladado a la Fortaleza Roja.

Heleana por otro lado, se había encerrado en sus aposentos constantemente llorando por la pérdida de sus hijos. Para cuando recibió la noticia de que tanto Daeron como Aemond habían muerto en batalla, la destrozó por completo, se hundió aún más en su miseria y lloró hasta que sus lágrimas se secaron.

Las malas noticias no dejaron de llegar pues dos noches después Aegon murió por sus heridas graves mientras aún permanecía inconsciente.

Fue entonces que Heleana decidió finalmente sucumbir a la locura y acabar con su sufrimiento dejándo a Jaehaera sola, sin padres ni tíos con ella, eso deprimió más a la niña y su único refugio fue Aegon y Viserys, ambos niños la acompañaron en su sufrimiento y compartieron su tiempo con ella tratando de animarla un poco aunque ellos mismos se sintieran mal.

Afuera la guerra continuó hasta que finalmente terminó con la muerte de Lord Corlys Velaryon y así la derrota de los Velaryon, dejando un hueco más en el Reino.

Para cuando toda la pesadilla terminó, sólo sobrevivieron Shrykos, Morghul, Vermithor, Dreamfyre y Tyraxes. Y claro, los dragones salvajes que habitaban en Dragon Mont.

El reino se puso en disputa de nuevo, Cregan se hizo cargo por supuesto, realizó un enorme funeral para toda la familia Targaryen muerta tanto simbólica como física, todos los reinos rindieron homenaje a la antigua Valyria y se nombró un nuevo Rey luego del funeral.

Aegon III con solo seis años de edad ascendería al trono de hierro.

El niño aún no procesaba la muerte de sus padres y tampoco lograba comprender las cosas realmente, había mucho que comprender después de todo, Cregan dijo que lo sabría cuando fuera mayor.

Entonces Aegon tercero ascendió al trono de hierro e hizo un homenaje al antiguo Rey y Consorte Real.

Cregan se convirtió en la mano del Rey Aegon III siendo Regente hasta que el joven Rey fuera apto para el papel, mientras Viserys aún se preparaba para su papel, cumpliendo así su promesa de proteger al pequeño Rey y asegurar su trono, tal como Aemond siempre quiso.

Joffrey volvió a King's Landing junto a su dragón y fue nombrado Lord de Driftmark por su hermano el Rey Aegon III pues era el único Velaryon hijo de Leanor Velaryon con vida. Su hermano menor lo recibió con los brazos abiertos y aseguró la paz una vez más entre sus casas.

Jaehaera se quedó en la Fortaleza Roja pues en algún momento se convertiría en la esposa de Aegon según Cregan Stark y fue criada junto a Aegon y Viserys llegando a convertirse en grandes amigos con el pasar de los años.

El joven príncipe Viserys siguió a su hermano cuando Cregan volvió al norte años después, se convirtió en la mano del Rey Aegon III y un reino de prosperidad se cernió sobre todos.

Los dragones que aún vivían decidieron quedarse en Dragon Mont como Aemond siempre había dicho, libres de la crueldad de las cadenas de Dragon Pint.

Tiempo después, los cuerpos de Aemond y Daemon fueron encontrados en el fondo del agua junto a Vhagar, Aemond aún tenía a Darksister atravesando su ojo y Daemon aún tenía a Darkfire enterrado en su corazón. Los cráneos de Vhagar y Caraxes fueron movidos hasta la Fortaleza Roja para resguardar sus recuerdos y Darksister junto a Darkfire fueron heredados a Aegon y Viserys.

La historias del Rey Aemond Targaryen y el Rey consorte Daemon Targaryen fue escrito en los libros para pasar a las siguientes generaciones, su amor, su odio y muerte relatados por los expectadores, algunos decían que sólo eran cuentos, leyendas o mitos, pero nadie sabía la verdad tras esa historia devastadora en la que hombre a hombre y dragón con dragón pelearon hasta la muerte.

Cientos de años más tarde (Siglo XXI)

Ewan había estado molesto todo el día mientras maniobraba algunos materiales en sus brazos, tenía que hacer un trabajo y a penas había comprado los materiales, había una larga fila para pagar y se estaba impacientando, uno de los rollos de papel rojo que tenía encima se cayó y gruñó enojado, maldiciendo por lo bajo por no haber tomado una carretilla.

- Aquí tienes - Dijo una voz a su lado.

Sus ojos buscaron al culpable y encontró unos ojos color violetas mirándolo, del mismo color que sus propios ojos.

- Gracias - Murmuró sonriendo tomando el rollo de papel. - Soy Ewan Mitchell, mucho gusto...

El desconocido le sonrió - Soy Matt Smith, es un placer conocerte. - Los ojos de Matt se desviaron hasta un libro que llevaba entre el montón y sonrió - La danza de dragones, la lucha entre Aemond Targaryen y su media hermana Rhaenyra Targaryen.

- Es una historia interesante, los dragones son geniales - dijo Ewan.

Matt asintió deacuerdo. - Es curioso que tengas la apariencia de un Targaryen.

Ewan se burló, Matt tenía un cabello corto rubio casi plateado y él mismo tenía esa extraña decoloración  natural, aunque siempre había preferido mantenerlo un poco largo - Tu igual. Pero solo son historias, realmente dudo que hayan sido reales.

- Las historias tienen algo de verdad, supongo - Matt se encogió de hombros. Ambos rieron de nuevo. - Me gustaría conocerte, deberíamos salir algún día.

Ewan asintió - Claro - Sacó su teléfono como pudo y se lo tendió a Matt - Puedes darme tu número para que podamos ponernos deacuerdo.

Matt anotó su número de teléfono y se lo devolvió.  - Envíame un mensaje.

Ewan asintió y era su turno de pagar así que dejó sus cosas en la máquina y pagó sus cosas, ambos se despidieron prometiendo escribirse y luego cada quién se fue por su camino con una sonrisa en sus rostros.

Ewan por supuesto que le mandó un mensaje en cuanto estuvo en su casa y Matt no tardó en responder poniéndose deacuerdo para ir a cenar.

Sin saber que la vida les había dado una nueva oportunidad nuevamente para remediar los errores cometidos en el pasado, ambas almas se habían encontrado en un mundo nuevo en el que podían amarse por el resto de sus vidas, ya no habían Targaryen, guerra y coronas, solo eran ellos dos con una nueva oportunidad luego de cientos de años.

Notes:

Muchas gracias por todo el apoyo que recibió esta historia!